Guatemala y la nueva adopción de la niñez


Jorge_MARIO_Andrino

En plena celebración del día del niño y niña, es meritorio alcanzar a visualizar el futuro individual y colectivo de quienes son llamados el futuro del mundo, sin saber que muchos de ellos ya son el presente, han sido el pasado y definitivamente serán el futuro de cualquier sociedad que se jacte de vivir con dignidad.

Jorge Mario Andrino Grotewold


Y esa dignidad se obtiene principalmente porque todo ser humano tiene cada uno de sus derechos plenamente identificados y ejerce sobre ellos, una conciencia absoluta, especialmente cuando por alguna razón se les limitan, restringen o violan. Pero para algunos grupos, a los que se les ha llamado vulnerables, estas posibilidades de tener una conciencia plena sobre estos derechos y exigir su respeto y cumplimiento se ha visto cuesta arriba.  Ejemplos hay muchos, pero la niñez es la que se ha considerado más susceptible a ello, puesto que es el único grupo que aún no alcanza esa conciencia plena por una madurez de su edad, y por ende corresponde al Estado y su sociedad, velar porque esa dignidad y sus derechos sean totalmente respetados.

Durante muchos años, la conciencia de mejorar condiciones para la niñez se desarrollaba en acciones de beneficencia o donaciones, incluidas dentro de ellas, bajo un concepto erróneo, la adopción, figura extraordinaria originaria del derecho romano, principalmente cuando las guerras dejaban huérfanos y viudas.  Se pensó como una solución a la desintegración familiar que estaba ya afectando la vida social romana.  Así, la adopción se logró entender como un complemento favorable para el niño o niña a su desarrollo social, económico y psicológico ante los parámetros de una vida en dignidad individual.  Desafortunadamente en Guatemala y en muchos otros países en donde el subdesarrollo está presente, llevando como variable la alta tasa de natalidad y como resultado la pobreza y pobreza extrema, se vulneró el propio principio de la adopción como una institución que mejoraría las condiciones de vida de esos niños y niñas, trasladándoles terribles ejemplos como la explotación infantil; el maltrato físico, mental y sexual; la extirpación de órganos y tantas otras circunstancias detectadas por autoridades internacionales, lo que motivó a cambios de fondo a esas estructuras creadas a raíz de la adopción, y que pueden considerarse redes de crimen organizado por las altas tasas económicas que se manejaban.

Así, la Convención de La Haya en materia de Adopciones, logró romper una brecha importante para lograr retomar una institución como la adopción que siempre ha sido noble en su principio, siempre y cuando se elimine toda intencionalidad de comercializar y mercadear con la vida e integridad de la niñez.  Guatemala, ante la presión internacional y formalmente visibilizada como un país líder en adopciones internacionales, fue obligada a ratificar el Tratado Internacional y posteriormente ante una incansable lucha de los grupos sociales que velan por los derechos de los niños, se creó la nueva Ley de Adopciones, misma que se complementa con otras importantes normas como la ley PINA.  A partir de 2007,  el Consejo Nacional de Adopciones ha tenido la responsabilidad, conjuntamente con los tribunales de justicia (tanto de la niñez como de familia) de otorgar adopciones nacionales y recientemente la primera internacional derivado de un proceso de transición.  Esta responsabilidad debe ser tutelada por la sociedad, en todo momento, y con ello evitar los riesgos que aun con nuevas leyes y controles más estrictos, se puedan vulnerar los derechos de la niñez.

Cada niño o niña que ha tenido una situación que motivó a ser adoptado, ya sea por abandono, orfandad o maltrato merece un hogar integrado, vivir con una familia feliz y alcanzar esa dignidad a la que tenemos derecho todos.  Feliz Día del Niño (a).