Por  acciones equivocadas de sus funcionarios, y  malas decisiones tomadas por sus habitantes.
Al gobernante y su séquito parece no importarles lo que ocurra. Y por qué habría de ser si tienen todo lo necesario y más…  Mientras la  mayoría de guatemaltecos viaja en autobuses destartalados, pagando altos costos y arriesgando la vida, esperando en el silencio de la angustia que suba un delincuente y le dispare al conductor, al ayudante y de paso a los pasajeros, incluyendo a los niños.
 Mientras el Ministro de Gobernación devuelve  una fuerte cantidad del presupuesto de su cartera   indicando no necesitarlo, aunque la subestación visitada por el Presidente en sus primeros días de gobierno siga sin ser restaurada, pese a su promesa.
Cualquier estudiante de Economía  recomienda elaborar un presupuesto para control de  ingresos y egresos. Así que si las famosas transferencias siempre resultaron sospechosas, qué no se podrá pensar cuando se aprueba «quitar los candados» y darle rienda suelta a decisiones de gastos realizadas sin auditorías ni informes
Se acortan presupuestos de áreas tan vitales como el Programa de Incentivos Forestales, Pinfor, que ayuda a mantener el equilibrio ecológico y de la escuela de agricultura en un país de vocación agrícola. Mientras los escolares esperan útiles, refacción, escritorios y maestros. Y se considera retirar la entrega de fertilizantes a los campesinos, aduciendo que los alcaldes y políticos se aprovechan de ello, en lugar de mejorar la forma.
País de contradicciones y oportunistas. El mismo día que se publica la petición de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, para castigar el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias, la obstrucción de acción penal y el fraude en perjuicio del Estado, se descubre que los señores al mando de Carlos Castresana ingresan armas a nuestro país sin declaración ni autorización.Â
Se dice que nadie puede alegar ignorancia de la ley, menos una organización creada para combatir la impunidad, entonces: ¿Por qué no declararon el ingreso de las armas?
¿Por qué venían en maletas separadas? ¿Para qué van a ser usadas, si ellos gozan de resguardo? ¿Cuántas  y qué más han ingresado y donde están…? Una interminable lista de preguntas nos formulamos los guatemaltecos sobre el destino del dinero del país y las acciones de una institución que debe combatir la impunidad, pero que hace uso de ella. Cada vez más desconfiados, inseguros y temerosos, sólo nos queda  encomendarnos a Dios para que nos alcancen los centavos y «chilquearnos» para alejar el peligro.