En mis artículos anteriores he sostenido el punto de vista que la democracia de Guatemala es una comedia y que las elecciones constituyen una farsa, pues mediante el ejercicio del voto se hace creer al electorado que puede decidir el futuro del país, cuando en la realidad son los grupos locales y extranjeros que tienen en sus manos los grandes capitales, los que detentan el poder real.
En las elecciones del pasado domingo, alcanzó el primer lugar, pero sin mayoría absoluta, el general retirado Otto Pérez Molina, candidato presidencial del conservador Partido Patriota, mientras que el abogado y empresario Manuel Baldizón del Partido de derecha Libertad Democrática Renovada, Lider, logró ubicarse en la segunda posición. Serán ambos políticos quienes disputarán la Presidencia de la República en la segunda vuelta electoral prevista para el domingo 6 de noviembre.
Sin embargo, tal como escribió recientemente el columnista de LA HORA, don Ricardo Rosales Román, quede quien quede como Presidente de la República, las cosas seguirán igual o tenderán a empeorar aún más.
El pueblo de Guatemala debe tener claridad en el sentido que ninguno de los dos candidatos finalistas tiene la menor intención de alterar el orden establecido como parte del esquema del neoliberalismo que es la etapa salvaje del capitalismo, y tampoco están dispuestos a distanciarse de la posición hegemónica de los Estados Unidos.
Es fácil colegir que Guatemala seguirá siendo un país atrasado, dominado, dependiente y sin futuro, en donde unas pocas familias son las que continuarán amasando grandes fortunas, mientras que más del 50 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza y con enormes carencias en materia de salud, educación y nutrición.
Hasta el momento no hay razones para poner en duda los diferentes análisis y estudios académicos, sobre el apoyo que el antiguo general contrainsurgente Otto Pérez Molina ha tenido de parte de las corporaciones empresariales más poderosas del país, que incluso le ayudaron a formar su propio partido, el Partido Patriota, que ahora está a punto de llevarlo al solio presidencial.
En el caso del abogado Manuel Baldizón, hay coincidencia que se trata de un político hábil de pensamiento derechista, pero caracterizado por su posición populista con un discurso social moderado y un liderazgo mesiánico.
Los guatemaltecos debemos visualizar que quien asuma la conducción del gobierno el próximo 14 de enero, no tendrá más opción que convertirse en guardián de los intereses de la rancia élite dominante local y de las multinacionales extranjeras, que desde el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz Guzmán, en 1954, mantienen secuestrado al país.