Guatemala, paí­s de frustraciones


Para comprender mejor el sentido del presente artí­culo, expongo lo que para el DRAE significa la palabra frustrar: «Del latí­n. frustrare. 1. Privar a uno de lo que esperaba. 2. Dejar sin efecto, malograr un intento. Derecho. Dejar sin efecto un propósito contra la intención del que procura realizarlo».

Fernando Mollinedo
fermo@intelnet.net.gt

Para la población cuya edad oscila de los treinta hasta llegar a la cuarta edad, las circunstancias que ven en el desempeño diario en la vida de los guatemaltecos, la podrí­an resumir en una gran frustración. Por supuesto, toda regla tiene su excepción y para algunas personas pudiera ser distinta la óptica desde la cual viven su vida por motivos económicos, sociales e incluso culturales.

VOX POPULI, la decepción de la mayorí­a de la población, estriba en que: en los hospitales a la mayorí­a de personas los médicos las alivian, no las curan; los ingenieros chapucean, no construyen carreteras u obras con materiales de construcción adecuados; y en términos generales, no se cumplen a cabalidad las obligaciones que deben cumplirse por el pago que reciben. Lo anterior marca el pobre desempeño de las actividades diarias, especialmente en el tinglado administrativo gubernamental.

Hay frustración cuando los pilotos de buses urbanos no cumplen con el recorrido obligatorio; cuando la municipalidad no realiza el trabajo de mantenimiento a tragantes y colectores; cuando nos topamos con policí­as que son ladrones y asaltantes tumbadores; cuando la justicia se vende por un buen fajo de billetes; cuando en los periódicos no se publica la verdad de los hechos; cuando los policí­as municipales imponen multas fantasmas o sin fundamento; cuando las personas que ejercen gobierno no saben del tema que dirigen y emiten órdenes de acuerdo a su «sentido común» y no en base a requerimientos técnicos de la materia.

Hay frustración cuando en algunas oficinas públicas los usuarios deben esperar que las secretarias terminen de charlar o ver sus correos electrónicos con mensajes de chismografí­a interna, para ser atendido de mala gana y con pesaderí­a, como que si el usuario estuviera pidiendo servicio gratis; hay frustración cuando los capitalinos sabemos que todaví­a no se ha cancelado la deuda millonaria por la compra de los «tomates» buses rojos mexicanos usados que fueron traí­dos como nuevos por la administración de í“scar Berger.

Hay frustración porque en el IGSS a pesar de su publicación informativa, el servicio al usuario sigue igual de desastroso por la conducta abusiva de médicos, enfermeras y personal administrativo en sus diferentes unidades, léase Camip y unidades periféricas; hay frustración por la malí­sima calidad de «construcción» de carreteras en todo el paí­s; hay frustración porque no se castiga a los ejecutores de robos en las instituciones del Estado y municipalidades; hay frustración porque la ayuda aún no llega a los afectados por la pasada emergencia; en fin… hay frustración por esto y muchas otras cosas más. ¿O no?