Bajo un fuerte viento y mucho frío, cientos de indígenas guatemaltecos votaban hoy escépticos hacia el sistema político y sus promesas de generación de empleo o freno a la violencia, porque «nunca cumplen» y «da igual gane quien gane».
Hombres y mujeres -ataviadas con trajes multicolores y llevando niños en la espalda- hacían cola pacientemente, al son de música tocada con marimbas. Las filas eran mucho menos extensas que en la primera vuelta, celebrada el 9 de septiembre.
Prefieren mantener en secreto si votarán por el socialdemócrata ílvaro Colom o por el general retirado de derecha Otto Pérez Molina, pero no olvidan el trágico pasado de esta comunidad que ofrendó miles de muertos durante la guerra civil (1960-96) y los regímenes militares.
«En los planes (de gobierno) dicen que van hacer el bien, pero nunca cumplen, por eso a nosotros nos da igual gane quien gane, porque nosotros no ganamos nada», comentó Dinisio Calicio, mientras sus hijos de 9 y 7 años corren por esta comunidad, ubicada 90 km al oeste de la capital.
Calicio pertenece a la etnia Kak’chiquel, que es uno de los 22 pueblos mayas del país representa 60% de los 11 millones de habitantes.
«Pedimos seguridad y trabajo, porque sin trabajo no hay comida», insistió Calicio, que salió a las cuatro de la mañana junto a su familia de la aldea Xiquín Sanahí para recorrer a pie los 6 km que le separan de Comalpa, ubicado en un cerro donde los maizales y pinos adornan el paisaje.
Este indígena de 28 años, que perdió a sus padres en 1983 cuando militares incursionaron en su aldea y mataron a varios pobladores refugiados en la iglesia, ha perdido la fe en los gobernantes.
«Los presidentes han dicho lo mismo desde hace años y seguimos peor, siempre dicen lo mismo y no hacen nada», aseguró, tras señalar que cuenta con cuatro dólares diarios para mantener a su esposa y tres hijos.
«A mi papá no lo pude enterrar porque era pequeño y dicen que los animales se lo comieron», recordó Calicio. «Ojalá no sucedan esas cosas más, porque dicen que si gana el General va haber más violencia, pero gane quien gane vamos a seguir igual, es muy difícil que puedan cumplir todo lo que prometieron y no nos queda otra que seguir adelante».
A María José Rocop también le embarga el escepticismo. «Cuando están en campaña (los candidatos) abrazan a los indígenas pero de mentira», asegura en un precario español.
«Somos pobres por eso pedimos que haya trabajo, no sólo cultivos, pero que suban el sueldo porque 30 quetzales (USD 4) al día no alcanza para nada», comentó esta mujer a la que un balazo en una pierna le recuerda la guerra.
«Tenía 13 años cuando llegaron a la casa los soldados, ellos abusaban, robaban y violaban mujeres. Nos acusaban de ser guerrilleros o que les dábamos tortillas a la guerrilla, pero eran mentiras, por eso quiero que gane Colom», confesó.
En cambio, Osvaldo, de 22 años, aseguró que los jóvenes apoyan a Pérez. «La situación está difícil en todo el país, pero yo no creo que vaya a existir violencia porque el General fue el que firmó la paz y eso nos dice que seguiremos en democracia», concluyó.
Para la encargada de unos de los tres centros de votación habilitados en esta poblado, la maestra Raquel Luna, la afluencia de votantes disminuyó y de continuar esa tendencia votarán la mitad que en la primera vuelta.