El Centro Cultural de España les invita a la presentación del libro «Guatemala: Eterna Primavera, Eterna Tiranía», mañana a las 17:00 horas, en el Centro Cultural de España (Cuatro Grados Norte). Posteriormente se llevará a cabo la inauguración de la exposición bajo el mismo nombre, con la participación de la autora, Jean-Marie Simon, a las 19:00 horas en el (Ex) céntrico, 7ª avenida 12-32, zona 1. Entrada libre
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El Centro Cultural de España en Guatemala presenta una selección de las 152 fotografías que fueron presentadas por primera vez en el ya mítico libro de Jean-Marie Simon «Guatemala: Eterna Primavera, Eterna Tiranía».
Publicado originalmente en 1988, éste contenía una serie de imágenes, tanto de la capital como del interior, tomadas por la fotógrafa estadounidense en los peores años del conflicto armado interno y que retrataban, de forma elocuente y cruda, la difícil realidad que se vivió en esos años en Guatemala.
Ahora, en ocasión de la reedición del libro por parte de la Fundación Soros, se exhibe en (Ex) Céntrico una muestra que reúne algunas de las mejores imágenes de esta colección. Producidas antes de la era del «Photoshop», las imágenes son auténticos espejos de situaciones cotidianas en la Guatemala de los 80s.
En palabras de Jean-Marie Simon: «Para 1980, cuando viajé a Guatemala por primera vez, el país ya se había convertido en uno de los principales focos de interés debido a una serie de sucesos alarmantes. En 1979, la huida del dictador nicaragí¼ense Anastasio Somoza impulsó el triunfo Sandinista días después. En El Salvador, en cambio, el conflicto era sostenido y tenaz: en 1980 fuerzas militares mataron a miles de personas, incluido un reconocido Arzobispo capitalino. Los eventos en estos países eran visibles y palpables. En cambio, en Guatemala la situación era equívoca. A primera vista, el ambiente de la ciudad parecía normal: vuelos diarios hacia Miami; comercio informal en plena Avenida Bolívar; cohetes de madrugada anunciando otro alegre cumpleaños y hippies paseando por las calles de Panajachel.»
«Paralelamente, sin embargo, Guatemala estaba siendo hendida por una irrefutable represión estatal: «guerra civil» para unos y «enfrentamiento armado interno» para otros. Amnistía Internacional (AI), en 1981, acusó al régimen militar de dirigir un «programa gubernamental de asesinato político», lo cual provocó al entonces alcalde a acusar a AI de truncar el turismo en Guatemala. En realidad, la normalidad era sólo aparente porque Guatemala vivía bajo un estado de sitio no declarado. Los vuelos sí llegaban, pero casi vacíos. Los cines pasaban películas violentas, pero las de tendencia liberal eran prohibidas. Los cohetes de madrugada se confundían con ráfagas de ametralladora y los políticos tachados de izquierdistas se compraban Cherokees negros con vidrios polarizados para confundirse con los secuestradores», concluye Simon.
El país vivió, durante esa década, uno de los episodios más brutales de su historia reciente. Los asesinatos políticos, la destrucción de aldeas enteras y la desaparición forzosa fueron sólo algunos de sus efectos. En el fondo, la guerra destruía a un país que hasta el día de hoy sufre las consecuencias de esta debacle. 20 años después, estas imágenes conservan su vigencia y su papel como recordatorio para los que la vivieron, pero también como informadoras de los hechos para los que eran muy jóvenes.
SOBRE EL LIBRO
En los años 80, una valiente fotógrafa estadounidense retrató una Guatemala tan difícil de olvidar como dolorosa hoy de recordar.
Las fotografías de este libro impresionante, indispensable y conmovedor son una forma a veces delicada y otras muy brutal, de retomar la conversación que deberíamos mantener con nuestros fantasmas individuales y colectivos.
La edición en inglés estuvo agotada demasiado tiempo, pero finalmente tenemos una edición en español, ampliamente mejorada y muy cuidada de un libro que todo guatemalteco debe leer, porque conoce la historia que en él se cuenta.
Las fotografías que se presentan en esta exposición, Guatemala: Eterna Primavera, Eterna Tiranía, fueron tomadas entre 1980 y 1988. Ellas reflejan el apogeo del terror estatal, tanto rural como capitalino, que marcó aquella década.
En 2010, después de sucesivos gobiernos civiles, ha habido un progreso selectivo. Uno puede protestar sin miedo a ser tirado en la orilla de la carretera. En el campo, se han desmantelado las aldeas modelos. Ver a un soldado uniformado provoca, si mucho, curiosidad en vez de zozobra. No hay jueces encapuchados, y los responsables del asesinato de un Obispo han sido enjuiciados.
Por otra parte, no ha habido ni investigación ni juicio de la gran mayoría de los crímenes políticos, y con pocas excepciones, los responsables andan libres. Además, Guatemala padece de otro tipo de terrorismo, uno donde la violencia y el narcotráfico son maldades inseparables y pandémicas: ser piloto de autobús es arriesgarse la vida, mientras subir a un bus implica casi lo mismo. Y en medio de esta nueva violencia, la pobreza y la corrupción – dos realidades estrechamente ligadas – siguen predominando el panorama nacional.
Las fotografías de este libro no pretenden ofrecer ni profunda perspicacia con respecto al pasado ni soluciones a los graves problemas de hoy en día. Al mismo tiempo, y quizá su máximo valor, es que no mienten, y ofrecen la posibilidad de reflejar sobre lo que fue y lo que no debiera volver a suceder.
El Conflicto Armado Interno supuso la muerte y exilio para centenares de miles de guatemaltecos. La acción contrainsurgente estuvo dirigida a eliminar a cualquier oposición que se percibiera al poder militar establecido, fuera ladina o indígena. La guerra significó además una clara estrategia para la eliminación de grupos socioculturales completos; supuso la práctica consciente del genocidio como expresión extrema del racismo y como sistema radical de destrucción de colectivos humanos enteros.
En este libro se pretende abrir espacios de reflexión y propuesta acerca de la conciencia colectiva y el ejercicio de la colectividad como pueblo y como cultura o alianza de culturas, para la construcción territorial en el marco de los derechos humanos colectivos.
Descubrir qué fue lo que originó la guerra es analizar el problema que gira alrededor de la construcción territorial, es decir en los obstáculos que no permiten a las comunidades del país de tener el poder de decisión sobre lo que sucede en su territorio y desarrollarlo según los principios y valores de su cultura y mediante sus formas propias de organización.
Estos obstáculos encuentran su origen en factores estructurales, es decir en el sistema político-normativo que establece cuáles son las reglas del juego en Guatemala y cómo deben de ser las relaciones de poder; dictan quién manda y quién tiene que obedecer. Cuando estos factores estructurales se encuentran en una situación crítica y colapsan y el Estado lleva a cabo acciones para mantenerlos, se genera violencia política, tal y como sucedió en el Conflicto Armado Interno.
La perpetuación de las desigualdades estructurales no permite a las comunidades tener el poder para tomar decisiones sobre el desarrollo de su territorio, hace ilegales las formas de organización propias de su cultura y no permite la participación de sus representantes en la vida política del país. Eso nos pone en una situación incluso más violenta que la sufrida durante la guerra y en una distribución del poder claramente desigual. Las desigualdades estructurales, verdaderas detonantes del Conflicto Armado Interno, siguen hoy plenamente vigentes en el país.