Para quienes no hayan leído los anteriores artículos les informo que en ellos comentamos un ensayo sobre la situación política, económica y social actual de Guatemala, elaborado por investigadores expertos de FLACSO. Nuestros escritos han sido publicados todos los lunes en este diario, La Hora, Tribuna no Mostrador, a partir del 22 de febrero.
En esta oportunidad abordaremos el tema del apartado del ensayo de FLACSO, «Un Estado débil y sin Recursos: el Séptimo tema de los Recursos Fiscales».
En esta parte del ensayo de FLACSO encontramos aseveraciones que no sólo se basan en las necesidades reales de la colectividad guatemalteca, sino en los principios científicos jurídicos de la ciencia y justa política tributaria, tales como: El Gobierno tiene que obtener los recursos fiscales necesarios para aplicar las políticas públicas y lograr que Guatemala enfrente los históricos niveles de desigualdad y exclusión. El promedio de tributación en relación con el producto de ingreso bruto (PIB) de 1954 a 1996, fue de 7%, el más bajo del Hemisferio Occidental y con seguridad entre los más bajos del mundo. «Ese fue el legado de la contrarrevolución liberacionista, haber hecho a Guatemala un paraíso fiscal para los grandes capitales nacionales y extranjeros». Trece años después de la firma de los Acuerdos de Paz, el Estado guatemalteco no ha logrado cumplir el compromiso de alcanzar el 12% de tributación del PIB. El 12% de tributación está muy por debajo de lo que se requiere para proporcionar los recursos que hagan viables las políticas, programas y proyectos sociales que se requieren para responder ante las necesidades actuales, pues (…) se debe pagar, además, la deuda social que este país tiene con la mayoría de la población, sobre todo rural, el analfabetismo, la falta de vivienda, y salud tienen desde hace décadas niveles inaceptables y han condenado a varias generaciones a la total marginación. Cuando los gobiernos han intentado, como ahora el de ílvaro Colom, iniciar una reforma fiscal, ocurre lo que ha dicho INFORPRESS: «El ciclo de hierro», siempre se repite: una nueva administración llega al poder con la idea de aumentar las capacidades del Estado ante las necesidades sociales existentes, pero sus intentos chocan una y otra vez contra el mismo muro: «La facción ¡honorable! del sector privado, representada por las cámaras empresariales; otro sector dedicado a negocios no tan ¡honestos! y un grupo de diputados con intereses poco claros, se convierten en una barrera infranqueable para cualquier modernización tributaria». En las actuales circunstancias, no aprobar la reforma fiscal, podría provocar problemas financieros muy serios, al estar desfinanciado el presupuesto, por el aumento desmesurado del déficit fiscal. La redistribución necesaria de la riqueza y la extensión de las necesidades sociales (salud, educación, vivienda) requieren más recursos que no pueden haber sin una profunda reforma fiscal. El Congreso de la República ha estado subordinado a los designios de gobiernos militares, por la vía de la corrupción o la imposición se ha convertido en una oposición desleal y obstruccionista.
De nuestra parte, agregamos: No sólo el Organismo Legislativo del Estado ha sido presa de la corrupción e impunidad, sino también los otros dos: Ejecutivo y Judicial, así como instituciones investidas de mucho poder, como el Ejército Nacional.