Al salir este artículo a luz, ya no se podrá hacer mención de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia, porque el TSE dará por cerrada la campaña al mediodía del viernes. Para la inmensa mayoría de la población guatemalteca, que ha visto zigzaguear el proceso entre el circo y la tragedia, debiendo escuchar las insoportables cancioncitas y promesas, ese cierre debería haberse producido hace mucho tiempo. Lejos de haber sido “una fiesta cívicaâ€, como los pontífices de “la democracia†proclamaban, las elecciones han aumentado la frustración y la indignación de la ciudadanía.
En todo caso, la única forma en que podemos enfrentar nuestro desencanto es, en primer lugar, ejerciendo nuestro derecho al voto. ¡Qué no hubiésemos dado las y los ciudadanos guatemaltecos en el extranjero, unos 200,000, por emitir nuestro sufragio!
A continuación, desde el mismo 7 de noviembre, sugiero que la indignada ciudadanía comience un proceso ágil y firme para realizar las acciones siguientes:
a) Iniciar, aún con el Congreso actual, el proceso de reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos que haga que el sistema político conduzca a la democracia y no que la violente como ahora. Reforma sustancial debe ser la habilitación del voto en el extranjero y el respeto pleno al derecho de elegir y ser electos de las y los guatemaltecos en el exterior.
b) Iniciar la recolección de firmas para pedir la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que sustituya al Congreso recién electo en los primeros meses de 2013, para que en un plazo de tres meses redacte una nueva Constitución del país.
c) Iniciar desde la sociedad civil, en el primer semestre de 2012, tal como se hizo para la discusión de los Acuerdos de Paz, un Diálogo Nacional, mejor si conducido por el Conciliador Nacional, para ir definiendo los cambios sustanciales que se deben introducir en la Constitución, a la luz del país que las mayorías queremos a partir del siglo XXI.
d) Punto obligado del Diálogo Nacional debe ser la discusión sobre la forma de elegir a los diputados ante la Asamblea Nacional Constituyente, a fin de garantizar la representatividad y la legitimidad de los constituyentes. El modelo actual de elecciones para el Congreso de la República debe ser descartado, por contravenir el desarrollo democrático.
e) Exigir al sistema político que en forma inmediata establezca procedimientos que garanticen la honradez, la eficacia, la eficiencia y la transparencia en las acciones del gobierno, el Congreso, el sistema judicial y todos los órganos, organismos e instituciones del Estado.
Guatemala tiene ante sí una gran disyuntiva: o sigue, como ahora, su inexorable camino a la condición de Estado fallido o se propone cambios profundos, a ser logrados mediante las acciones anteriormente propuestas. Estoy convencido de que nuestra juventud, al igual que lo hacen otras en el mundo, no desperdiciará esta oportunidad para establecer una verdadera Nueva Guatemala.