Informes oficiales revelan que la tasa de mortalidad infantil es de 39 por cada mil nacidos vivos y aunque ha disminuido continúa siendo la más alta de la región, la tasa de mortalidad materna es de 153 muertes por 100 mil nacidos vivos, la mortalidad entre mujeres indígenas es tres veces superior que el promedio nacional y sólo 41 de cada 100 partos son atendidos por personal calificado.
A pesar del progreso realizado en la extensión de los servicios de salud, aún los indicadores reflejan problemas que colocan a Guatemala entre los últimos lugares a nivel latinoamericano, situación que ha motivado la presentación de varias propuestas de ley que conllevan establecer un marco regulatorio que permita la cobertura universal y a la vez obtener los recursos para su financiamiento.
De acuerdo al informe Salud en las Américas de la Organización Panamericana de la Salud, América Latina presenta amplias variaciones en la composición pública y privada del gasto nacional en salud en función de la estructura de los sistemas nacionales. «No parece existir un patrón claro en la relación entre la composición pública y privada del gasto nacional en salud y los niveles de ingreso per cápita en los países. La composición pública y privada del gasto nacional oscila entre 93/7 en Antigua y Barbuda -donde existe seguro médico nacional- y 27/73 en Guatemala», señala el informe.
Estos datos fueron presentados en el marco del conversatorio y análisis de la Ley de Protección Social de la Salud que organizó el Ministerio de Salud Pública, la Universidad de San Carlos de Guatemala e instituciones que analizan la normativa vigente y las reformas al sistema nacional de salud.
Salud en las Américas revela que el aspecto más fundamental podría ser que la provisión de servicios públicos de atención de salud tiende a ser débil en los países más pobres, en especial si carecen de un sistema de salud predominantemente público, como el caso de Guatemala.
Servicios débiles
La asociación entre una participación mayor del gasto privado y los ingresos per cápita del país, probablemente se deba a que los servicios públicos de salud son débiles en países como Bolivia, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Paraguay, señala.
También se hace ver que en general, donde gran parte de la población está cubierta por sistemas públicos de salud o por sistemas de seguro social, el gasto privado tiende a abarcar una participación menor del gasto total.
Gasto y cobertura
Las instituciones de seguridad social tienen una cobertura reducida para la población en países con un sistema predominantemente orientado al mercado privado. Es el caso de Ecuador (20.4%), Guatemala (17.8%), El Salvador (16.8%) y Paraguay (10.9%). Un nivel similar de baja cobertura se observa en los países de ingresos bajos con sistemas de salud mixtos, como Honduras y Nicaragua.
El estudio también revela que del gasto de los hogares en salud, los grupos con un ingreso más alto invierten en bienes y servicios de salud mucho más que los de ingreso bajo. Un promedio aproximado para la región sugiere que el 20% más rico de la población gasta hasta 12 veces la cantidad que gasta el 20% más pobre. Guatemala es el único país donde el quintil más rico destina un porcentaje más grande de los gastos a servicios de salud que el quintil más pobre.
Más a los ricos que a los pobres
El análisis del gasto gubernamental sugiere que hay grandes variaciones en los cálculos del impacto distributivo por grupo de ingresos, tanto entre los distintos países como dentro de ellos.
Paradójicamente, se estima una relación inversa entre el nivel de ingresos de un país y el impacto distributivo del gasto público en salud y que dicho impacto es progresivo, es decir, favorece más a los pobres en los países con niveles de ingreso relativamente más elevados (Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay) y regresivo (favorece a los que no son pobres) en los países con menores niveles de ingreso (Bolivia, Ecuador y Guatemala. Se observó un gasto público a favor de los ricos en los países en los que el gasto del gobierno en salud representó alrededor de 1% del PIB o menos (Ecuador y Guatemala).
El gasto en salud es relativamente elevado en los países de ingresos altos. Estos países entre los que se incluyen el Canadá y los Estados Unidos, representan 15% de la población y 71% del gasto mundial en salud. El gasto per cápita promedio en salud se calcula, para este grupo de países, en US$3.226.
Todos los países de ingresos bajos y medianos del mundo, agrupados -incluidos los de América Latina y el Caribe- representaban 85% de la población en 2004, pero sólo 29% del gasto mundial en salud. El gasto per cápita promedio en los países de ingresos bajos y medianos se calcula en US $248.
Existe una diferencia abrumadora de los niveles de gasto en la región de las Américas. El Canadá y los Estados Unidos explican 39% de la población y 86% del gasto total en salud, mientras que América Latina y el Caribe les corresponden 61% de la población y sólo 14% del gasto regional total en salud.
El debate sobre la política pública en cuestiones relacionadas con la eficiencia debería basarse en la importancia relativa de los sectores público y privado en el gasto, es decir la proporción pública privada del gasto nacional en salud.
El aspecto fundamental podría ser que la provisión de servicios públicos de atención de salud tiende a ser débil en los países más pobres, en especial si carecen de un sistema de salud predominantemente público. La ligera asociación entre la participación mayor del gasto privado y los ingresos per cápita del país, probablemente se deba a que los servicios públicos de salud son débiles en países como Bolivia, Ecuador y Guatemala.