A diferencia de la tendencia política y social de la mayoría de países de América Latina y Europa, las elecciones realizadas recientemente evidencian que los votantes se inclinaron por candidatos y partidos políticos predominantemente de derecha.
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La cúpula empresarial, a través de sus fundaciones que muchas llevan el nombre de sus familiares, ha venido invirtiendo en una universidad hecha exclusivamente para servir y propagar sus puntos de vista políticos, económicos y sociales, y en tanques de pensamiento donde repiten y repiten sus puntos de vista.
Esto, agregado a la inversión y compra de acciones en algunos medios de comunicación social escritos, radiales y televisivos, influye permanentemente en la opinión de los votantes, especialmente en la capital, en la pequeña clase media existente en nuestra sociedad, que sin percatarse se va convirtiendo en sus satélites para mantener el status quo y continuar la enorme desigualdad social, la falta de desarrollo, pobreza, extrema pobreza, campo propicio para fomentar la delincuencia y la criminalidad.
Para muchos, la derrota de los partidos de izquierda como ANN y URNG, que desaparezca la Democracia Cristiana Guatemalteca y el escaso resultado de Encuentro por Guatemala los regocija, no se percatan que estamos ante un volcán, ante una caldera donde no existen prácticamente válvulas que permitan la expresión democráticamente de la izquierda, el escape de la presión que generan las necesidades sociales, las opiniones sobre la solidaridad, los problemas salariales, el aumento de la canasta básica, la falta de pensiones y medidas de previsión social que en los Estados Unidos representa y defiende el Partido Demócrata.
Cómo se sentiría hoy José Martí, cómo reaccionaría Sandino, acaso Simón Bolívar no volvería a expresar, parado frente al mar Caribe, que su alma se siente atormentada, llena de inconformidad, dispuesta a luchar como lo hicieran Hidalgo, Bernardo O’Higgins y otros próceres por la libertad, la igualdad, la justicia y el respeto para todos.
Pretender ignorar la realidad, no buscar la ecuanimidad, no luchar porque los partidos políticos sean el cauce en base a principios de la expresión de la sociedad, nos va acercando a las reacciones que tarde o temprano se producirán en Guatemala, como ya se produjeron en Venezuela, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Brasil y Nicaragua.
La reacción que se observa en los líderes religiosos es solo el indicio de la injusticia, insatisfacción y falta de oportunidades para la mayoría de los hijos de Dios.
La juventud, los que por vez primera emiten su sufragio, debe saber votar por el progreso, por su libertad, por su futuro. Son ellos, las mujeres y hombres jóvenes, los que no pueden arriesgarse a votar erróneamente el 4 de noviembre. La paz no es la firma de documentos, la paz es el producto de satisfactores, no puede haber paz si se fomenta la violencia, no puede haber paz si no se respeta al prójimo, no puede haber paz sin una mejor oportunidad de vida, donde la pobreza se reduzca y la clase media, el pequeño y mediano empresario, se multipliquen para el bien de Guatemala.
Piensa, medita, vota por tu futuro, el de tu familia, el de Guatemala porque eres libre. Guatemala es parte de ti y tú de Guatemala.