Luego de las declaraciones del señor José Miguel Insulza ayer en el programa radial del presidente ílvaro Colom, descartando toda posibilidad de fraude en las elecciones del 11 de septiembre en Guatemala, hay que pedirle al Secretario General de la Organización de Estados Americanos que se guarde el dinero que iba a gastar mandando una nutrida misión de observadores porque ya él certificó lo que van a decir antes, durante y después de los comicios. Al fin y al cabo la OEA no responde a los pueblos de los países miembros sino únicamente a los gobiernos y, en el caso de Guatemala lo está haciendo muy bien.
Recibimos en La Hora al Embajador Jefe de la Misión de Observadores de la OEA para los comicios y nos llamó la atención que cuando le señalamos el problema del financiamiento nos diera por respuesta el peregrino argumento de que ese problema ocurría en prácticamente todos los países. Mal de muchos, nos quiso decir el diplomático argentino, sin duda a tono con la postura que tiene que tener el señor Insulza.
Pero si la misión de observación de la OEA es para responder a los intereses del gobierno, para qué diablos van a gastar dinero para venir a repetir lo que ya dijo Insulza. Ni modo que el Secretario General va a decir que no hay posibilidad de fraude y los observadores lo van a venir a contradecir. Elemental lógica es la que nos indica que esa misión de observación será misión de turismo porque no tienen absolutamente nada que venir a hacer y decir, luego de lo que ayer afirmó el principal funcionario de la Organización de Estados Americanos.
Pero lo que no debe olvidar Insulza es la afirmación, lapidaria, de que en Guatemala puede haber elecciones limpias con política sucia precisamente por el origen de los fondos que se usan para montar las campañas políticas y, desde luego, en eso hay que contar tanto el dinero de financistas perversos como de los fondos públicos utilizados también perversamente para hacer campaña política durante cuatro años.
Según la Real Academia, señor Insulza, fraude es la acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete. Es también el acto tendiente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros y el delito que comete el encargado de vigilar la ejecución de contratos públicos o de algunos privados, confabulándose con la representación de los intereses opuestos.
En Guatemala decimos que faltan faroles para decir algunas babosadas. Leyendo esas definiciones, usted los tiene, señor Insulza. Usted es una muestra viviente de que sabe pagar los favores de campaña.