Grupo centenario vinculado al poder


El enfrentamiento entre la heredera de L»Oreal, la mujer más rica de Francia, y su hija trascendió el ámbito judicial y alcanzó las más altas esferas del poder polí­tico, a las que el grupo lí­der mundial de cosméticos está vinculado desde su fundación.


Públicamente, todo comenzó en diciembre de 2007 cuando Francoise Bettencourt Meyers, de 57 años, única hija de Liliane Schueller y del difunto André Bettencourt, entabló una demanda contra el fotógrafo Francois Marie Banier, protegido de su madre, de 87 años, al que acusó de aprovecharse de ella para sacarle cientos de millones de euros en donaciones.

Banier, de 63 años, a quien la revista Paris Match presenta como «el dandy que provocó un escándalo de Estado», debí­a ser juzgado en julio por «abuso de debilidad», pero pocas semanas antes salieron a la luz elementos que pusieron en evidencia las ramificaciones del asunto familiar.

Furioso de ver que algunos «cortesanos» abusaban de la generosidad de la señora de la casa, su mayordomo grabó conversaciones entre ésta y sus asesores, como Patrice de Maistre, gestor de su fortuna, en las que hablan de evasión fiscal y de los ví­nculos con el ministro francés de Trabajo, Eric Woerth, y su esposa Florence.

Banier y Maistre permanecen en detención preventiva desde el jueves en relación con esas grabaciones.

Además de tesorero de la UMP, el partido en el poder en Francia, y de la campaña a la presidencia de Nicolas Sarkozy en 2007, Woerth fue ministro de Presupuesto hasta marzo pasado mientras su esposa gestionaba parte de la fortuna de Bettencourt, la tercera de Francia, estimada en 16.000 millones de euros.

A las grabaciones clandestinas se sumaron denuncias de la ex contable de Bettencourt, según las cuales Maistre entregó 150.000 euros en efectivo a Woerth para financiar la campaña de Sarkozy, lo que serí­a ilegal en Francia donde los particulares pueden donar como máximo 7.500 euros por año a un candidato.

«Según sus relatos, el mundo polí­tico francés debe mucho a los Bettencourt», afirmaba esta semana el diario francés Le Monde.

Los ví­nculos entre L»Oreal y el poder polí­tico en Francia son antiguos.

La historia del lí­der mundial de cosméticos, controlado en 31% por la familia Bettencourt, se remonta a Eugene Schueller, padre adorado de Liliane, diplomado en quí­mica, que en 1904 fundó L»Aureale y fue uno de los principales financistas de un movimiento clandestino de ultraderecha en los años 30.

Schueller serí­a más tarde admirado por André Bettencourt, su yerno, a quien su hija habí­a conocido en Suiza al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Bettencourt era amigo de Francois Mitterrand, el presidente socialista francés (1981-1995), quien hasta su muerte tendrí­a un servilletero propio en la mesa de los Bettencourt en Neuilly, un suburbio adinerado de Parí­s.

Eugene Schueller creó la tintura para el pelo, popularizó el champú y fabricó el primer bronceador de una empresa convertida hoy en dí­a en lí­der mundial de cosméticos, presente en 130 paí­ses a través de 23 marcas, entre éstas Lancome, Garnier y The Body Shop, así­ como Giorgio Armani, Yves Saint Laurent y Diesel.

Bettencourt, senador, diputado y varias veces ministro, también tení­a sombras en su pasado, como sus artí­culos en apoyo a la polí­tica colaboracionista del regimen pronazi del mariscal Petain.

La estrategia comercial que L»Oreal emprendió en 1950 fue acompañada por el «arte de llevarse bien con el Estado», subraya «Le Modele L»Oreal, estrategias claves de una multinacional francesa», publicado en 2009.

Liliane Bettencourt, que según la prensa paga 40 millones de euros anuales de impuestos, recibió del fisco en 2008 un reembolso de unos 30 millones de euros gracias al llamado «escudo fiscal».

«No quiero que L»Oreal se vaya a otro paí­s», enfatizó Sarkozy -criticado por sus amistades en el mundo de las finanzas-, al defender el mantenimiento de ese dispositivo fiscal que permite a los contribuyentes más afortunados no pagar más del 50% de sus ingresos.

Sarkozy también defendió a Woerth a cargo de una polémica reforma del sistema de jubilaciones, que aumenta de 60 a 62 años la edad para jubilarse y a 67 la edad para cobrar una pensión completa promedio de 1.100 euros mensuales.