Grecia emprende plan de ajuste en medio de la gran cólera social


Unas mujeres intentan obtener sus fondos monetarios en un cajero, el cual fue pintarrajeado por los protestantes en las manifestaciones de hoy en Atenas. FOTO LA HORA: AFP DIMITAR DILKOFF

El gobierno socialista griego se disponí­a hoy a poner en marcha los severos recortes fiscales exigidos por la UE y el FMI a cambio de una ayuda masiva de 110 mil millones de euros, pese a la cólera de los sindicatos, que convocaron un paro general de 24 horas el próximo miércoles.


Un hombre revisa los perí­odicos para leer las últimas noticias de la crisis financiera. FOTO LA HORA: AFP DIMITAR DILKOFF

Al dí­a siguiente de que su gobierno anunciara un colosal plan de ahorro de 30.000 millones de euros entre 2010 y 2012, el primer ministro griego, Giorgos Papandreou, dijo que la cura de austeridad propiciarí­a «cambios que el paí­s ha necesitado desde hace años».

«Son dí­as difí­ciles, pero tenemos que creer, y yo lo creo, que ésta es la oportunidad de emprender un nuevo comienzo», declaró Papandreou antes de reunirse con el presidente Carolos Papoulias.

Confrontado al riesgo de una suspensión del pago de su deuda, el gobierno griego acordó con la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) un ambicioso plan de ahorro a cambio de la ayuda.

El plan de rigor pretende reducir el déficit público griego del 13,6% del PIB que alcanzó en 2009 a menos del 3% en 2014.

Para ello, el gobierno ha decidido, entre otras medidas, suprimir los aguinaldos de los funcionarios y los pensionistas del sector público, aumentar la edad de jubilación de las mujeres en cinco años, a 65, y subir la principal tasa del IVA en dos puntos, al 23%, además de reducir las inversiones públicas.

A cambio, Grecia accederá a un mecanismo de ayuda de 110.000 millones de euros durante tres años (146.000 millones de dólares), de los cuales 80.000 millones serán aportados en forma de préstamos bilaterales por los 15 socios de la zona euro y el resto, por el FMI.

Para 2010, los europeos desembolsarán 30.000 millones de euros, a un interés del 5%, y el FMI otros 15.000 millones.

El plan ha de ser aprobado esta semana por los parlamentos de varios paí­ses, entre ellos Alemania, y luego por los jefes de Estado y de gobierno de la Eurozona, que se reunirán este viernes en Bruselas. El proceso se anuncia como un trámite, después de que el domingo los ministros de Finanzas de la zona euro dieron su visto bueno al plan.

Según una fuente oficial griega, el dinero llegará en cualquier caso antes del 19 de mayo, fecha en la que Atenas afronta vencimientos de deuda por 9.000 millones de euros.

El economista de Goldman Sachs Erik Nielsen dijo que aunque Grecia parece estar «plenamente financiada para los próximos 12 meses», las perspectivas de saneamiento de las finanzas públicas podrí­an oscurecerse si son necesarios más recortes o si aumentan los conflictos sociales.

La prensa griega destacaba este lunes que los recortes anunciados el domingo marcan el final de una era y el comienzo de una etapa de sacrificios.

«Nuestro modo de vivir, de trabajar, de consumir y de organizar nuestra vidas en esta parte de los Balcanes terminó ayer», escribí­a en un editorial el diario progubernamental Ta Nea.

El principal titular del diario de izquierda Eleftherotypia escribí­a por su lado: «Cuatro años sin respiro».

El severo ajuste ha desatado la indignación de los sindicatos, que para este miércoles han convocado la tercera huelga general en otros tantos meses.

Este lunes, la Confederación Europea de Sindicatos se solidarizó con ellos, diciendo que los trabajadores griegos «no deben pagar un precio injusto por el rescate» del paí­s.

Mientras, en los mercados, las principales bolsas europeas caí­an ligeramente, y el euro cedí­a terreno por las dudas pertinaces sobre el desbloqueo de la ayuda. La moneda común bajaba a 1,3232 dólares, frente a los 1,33 del viernes por la noche.

El interés del bono griego a diez años, que la pasada semana batió un récord histórico por encima del 11%, bajaba este lunes a 8,614%, frente a 8,938% el viernes por la noche.

Para ayudar a refinanciarse a los bancos griegos, principales poseedores de deuda soberana, el Banco Central Europeo (BCE) ablandó sus normas este lunes, aceptando esos tí­tulos de deuda, sea cual sea su calificación, como garantí­a a cambio de préstamos.

Por otro lado, Francia y Holanda aprovecharon para pedir que se refuerce el Plan de Estabilidad y Crecimiento de la UE, que fija los topes del déficit y la deuda pública que deben respetar los paí­ses miembros de la Unión.

La ministra francesa de Economí­a, Christine Lagarde, pidió que se tengan en cuenta la competitividad y la estabilidad financiera, mientras que su homólogo holandés, Jan Kees, llamó a establecer «nuevos acuerdos, mucho más estrictos».

CONSECUENCIAS Salvados de la quiebra


La ayuda que Europa y el FMI inyectarán en las arcas públicas de Grecia evitará su quiebra inmediata, pero los expertos dudan que baste para saldar su deuda, teniendo en cuenta la parálisis de su economí­a y las dificultades que hallará para aplicar su plan de austeridad.

Los socios de la Eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pusieron el domingo sobre la mesa 110.000 millones de euros (unos 146.000 millones de dólares) para rescatar a Grecia durante los próximos tres años, una ayuda sin precedentes para una nación en apuros.

El objetivo es evitar la quiebra de un paí­s que acarrea una deuda pública superior a 300.000 millones de euros –una cifra que salió a la luz tras varios años de haber provisto datos falsos–, y evitar un efecto dominó hacia paí­ses con otros problemas presupuestarios en la zona euro, como Portugal y España.

Pero los analistas se muestran unánimes a la hora de juzgar que el paquete es sólo un parche.

«Desde luego, la ayuda que recibirá Atenas es sólo suficiente para evitar la ruina a corto plazo», asegura a la AFP Zsolt Darvas, investigador del instituto Bruegel de Bruselas.

«Era indispensable activar ese monto inmediatamente, pero no resuelve el problema a largo plazo: la deuda de Grecia es demasiado elevada», según Fredrik Erixon, director del Centro Europeo de Polí­tica Económica Internacional.

«Ese dinero no va a convertir a Grecia en un paí­s solvente: lo único que hace es ampliar la deuda que va a tener que pagar después», confirma Peter Boone, investigador asociado de la London School of Economics (LSE).

Para Darvas, «la cuestión fundamental es saber si el gobierno logrará implementar el plan de austeridad prometido» y si la ayuda «compensará la falta de crecimiento económico que se prevé para los próximos años».

Grecia presentó el domingo un plan de austeridad, que incluye el recorte de los salarios de los funcionarios públicos y un aumento del IVA, para rebajar su déficit cercano al 14% del Producto Interior Bruto (PIB) hasta el 3% para 2014.

El programa, indispensable para obtener a cambio la ayuda internacional, fue juzgado «sólido» y «ambicioso» por los paí­ses de la Eurozona, que el domingo se reunieron en Bruselas a nivel de ministros de Finanzas.

Pero, según Darvas, el programa «sólo es creí­ble si es implementado hasta el final», algo que a su juicio se avecina complicado en vista de las protestas sociales que se están intensificando en Grecia contra la cura de austeridad.

Los principales sindicatos convocaron para el miércoles la tercera huelga general en menos de tres meses para protestar contra lo que consideran las «medidas más injustas de la historia» del paí­s mediterráneo.

Según Erixon, «la reestructuración de la deuda será inevitable», porque la alternativa es el «crecimiento económico y Grecia es un paí­s con una gran falta de competitividad», que no puede confiar –según explica a la AFP–, ni en sus exportaciones ni en el consumo doméstico para impulsar su actividad.

En 2009, Grecia registró una recesión de -2% del PIB y en 2010 será de -4%, en vez de la estimación inicial de -2%, anunció el domingo el gobierno.

Boone expresa «sus dudas» de que el gobierno sea «capaz de mantener las medidas de austeridad necesarias a largo plazo», una vez finalice el programa de ayuda de la Eurozona y el FMI en 2012.

Para este experto de la LSE, la cuestión que debe plantearse ahora la Eurozona es si los paí­ses pueden reestructurarse económicamente y crecer de forma rápida «cuando carecen de competitividad pero están ligados al euro».

Al carecer de su propia moneda nacional, los paí­ses con dificultades presupuestarias no pueden recurrir a la opción de devaluar su divisa para alentar las exportaciones.

«Por ahora, la respuesta pinta mal», dice, previendo que ni Grecia ni otro paí­s con dificultades presupuestarias como Portugal podrán empezar a crecer en un futuro inmediato.