Granos, esperanza de vida


El maí­z y frijol son importantes para la sobrevivencia de los campesinos, granos que podrí­an encarecer con la elaboración de biocombustible, denuncian organizaciones.

El incremento constante en el valor de las gasolinas derivadas del petróleo ha provocado que la producción de materias primas para la elaboración de biocombustibles cobre mayor relevancia, lo que ha representado un dilema para los agricultores: ¿sembrar para alimentar o sembrar para transportar?

Javier Estrada Tobar
lahora@lahora.com.gt

No es una coincidencia el hecho de que más de 15 familias del municipio de Poptún, Petén, hayan vendido las tierras que les fueron heredadas hace algunos años a productores de palma africana y jatrofa, que en años recientes han llegado al lugar.

Asimismo, una importante cantidad de pequeños agricultores consideran seguir sus pasos, dejando las parcelas de maí­z y frijol para venderlas a los grandes empresarios de los biocombustibles y conseguir un nuevo lugar para vivir y cultivar en otro sitio.

Cada dí­a se incrementa la demanda de tierras para la producción de las materias primas de los biocombustibles, la palma africana y jatrofa, y por consecuencia se destina cada vez menos espacio a la producción de granos básicos, fundamentales para la sobrevivencia de los campesinos.

Rodrigo Pop, poblador de Poptún, se ha enfrentado al dilema de la producción, al igual que el resto de familias en la región, y al contrario de la mayorí­a considera con firmeza continuar cultivando alimentos para mantener a su familia.

«El maí­z y frijol son importantes para la sobrevivencia de los campesinos pero a ellos (los empresarios) nos les importa que pasemos hambre si hacen el biocombustible para sus carros», señala.

En la región se han visto con claridad los efectos del desplazamiento del cultivo de granos básicos por la palma africana, de tal forma la limitada oferta de maí­z y frijol ha tenido por consecuencia el incremento desmedido de sus precios.

Los efectos no se han hecho esperar en la población del lugar, que ha visto incrementarse el costo de la vida como nunca antes, y con ello reducidas sus posibilidades de desarrollo económico y social.

Fuerte resistencia

Pop fue una de las pocas personas visionarias que una vez pensó en los resultados que tendrí­a el monocultivismo, por lo que se resistió a las tentadoras ofertas que llegaron a sus manos para comprar sus tierras.

Sin embargo, su oposición tuvo un alto precio para su familia y vecinos que han sido ví­ctimas de intimidaciones y agresiones. «Quieren comprar mis tierras porque así­ tienen más ganancias», señala.

Daniel Pascual, lí­der del Comité de Unidad Campesina, advierte que las nuevas ideas surgidas a partir de la crisis energética internacional, que contemplan destinar más tierras para la producción de biocombustibles representan graves riesgos para la seguridad alimentaria.

las autoridades refieren que en el paí­s no se está produciendo los biocombustibles a base de maí­z y trigo, como en Estados Unidos y Europa, por lo que no debe haber preocupación.

No obstante, los cultivos que históricamente se han sembrado para alimentar a la población están siendo desplazados por los que Pascual considera superfluos e innecesarios.

«Debemos tener bien claro que la alimentación es y siempre será una prioridad en cualquier paí­s del mundo. Si hay gasolina o no, es menos importante que el hecho de que la gente se muera de hambre por no poder producir o comprar la comida», indica el lí­der campesino.

Preocupa carestí­a

Cada año, los efectos de la producción de biocombustibles son más representativos en el mundo; esta situación ha llevado a especialistas a debatir sobre el dilema de la producción para la alimentación o el transporte.

La campaña «Guatemala sin hambre» ha dejado clara la visión de las organizaciones sociales que trabajan a favor de la seguridad alimentaria, entre ellas ActionAID.

Alma de Estrada, de ActionAID, señala que la campaña de CUATROKaños de duración tiene por objetivo sensibilizar a la población e incidir en el Gobierno sobre las condiciones de desnutrición que prevalecen en el paí­s.

Se estima que el 50% de niños y niñas menores de 5 años sufren de desnutrición crónica o aguda, y de no implementarse acciones concretas la cifra podrí­a llegar a 75% en los próximos tres años.

Omar Gerónimo, de la organización Plataforma Agraria, dice preocuparse por la carestí­a de los alimentos, y por la no intervención del Gobierno en el problema alimentario, lo que puede tener consecuencias negativas para la población.

«Es momento de que se impulse verdaderos programas de desarrollo productivo, y que en primer lugar se protejan los derechos a la alimentación sobre los intereses de los sectores empresariales», refiere Gerónimo.

Inmersos en una difí­cil situación económica, Pop y su familia conservan la esperanza de sobrevivir gracias a la producción de maí­z, como lo hicieron sus antepasados durante cientos de años, cuando la amenaza de hambrunas por la producción de biocombustibles aún no existí­a.

«Es momento de que se impulse verdaderos programas de desarrollo productivo, y que en primer lugar se protejan los derechos a la alimentación, sobre los intereses de los sectores empresariales».

Omar Gerónimo,

Plataforma Agraria

«Debemos tener bien claro que la alimentación es y siempre será una prioridad en cualquier paí­s del mundo. Si hay gasolina o no, es menos importante que el hecho de que la gente se muera de hambre por no poder producir o comprar la comida».

Daniel Pascual

lí­der campesino