Grandes expectativas


Para bien o para mal, la opinión pública en el paí­s muestra enormes expectativas con respecto al trabajo que ha de realizar la recién nombrada Fiscal General de la República, la doctora Claudia Paz y Paz, lo cual, justo es decirlo, añade un mayor grado de dificultad a su misión puesto que es obvio que los observadores esperan de ella muchí­simo, no obstante la existencia de un problema estructural que no depende únicamente del comportamiento de una persona en lo individual.


Nosotros nos encontramos entre esa corriente de opinión que tiene cifradas grandes expectativas en el trabajo de la Fiscal, pero entendemos que lo primero que deberá hacer es conformar un equipo de trabajo homogéneo con la competencia y capacidad para impulsar las transformaciones que requiere la gravedad de la crisis. Porque estamos hablando de un paí­s en el que los niveles de impunidad alcanzan el 98 por ciento de los casos relacionados con delitos que afectan a la población y cambiar una estructura tan corrupta y acomodaticia no es cuestión de soplar y hacer botellas.

Durante años el Ministerio Público se ha olvidado de las ví­ctimas del crimen y cuando las atienden es únicamente para llenar un requisito formal, pero jamás para hacerles justicia. Es tal la situación que mucha gente acude al MP para denunciar también con el fin exclusivo de llenar un requisito porque sin la denuncia no puede presentar ningún reclamo ni tramitar la reposición de documentos robados, pero se da por sentado que no habrá una investigación que permita dar con los responsables de un crimen.

El cambio tiene que ser demasiado profundo y radical a partir de una concepción diferente de la función misma del Ministerio Público y de la labor de fiscalí­a, puesto que hasta ahora la persecución de los criminales no está realmente en la agenda esencial de esa institución llamada a ser pilar del proceso penal porque de allí­ es de donde tiene que salir, por ley, la acción judicial en busca de justicia. El Ministerio Público tiene el monopolio de la acción penal y por lo tanto su ineficiencia es pieza fundamental en el andamiaje de la impunidad y con esa intención fue concebido y, peor aun, estructurado.

Revertir un pecado original tan grave no es fácil porque es remover todas las estructuras montadas para alentar la impunidad. Pero el liderazgo en la conducción del Ministerio Público y en la orientación a los fiscales tiene que ser una pieza fundamental para emprender el camino de la revisión profunda, total y absoluta. Ojalá que tan gran expectativa no termine haciendo daño, al punto de provocar desencanto. El reto es grande, y la urgencia enorme.