Si se eliminan o modifican los contenidos, Internet perdería la «objetividad» y el primer perjudicado sería la sociedad de la información. Si los particulares pudieran borrar todo lo que les perjudicara, la Red se convertiría en un «álbum de familia». Si alguien ordena que se desindexe un contenido, vulneraría la libertad de expresión y eso sería «censura». Con estos argumentos, Google defendió ayer ante la Audiencia Nacional de España su negativa a cancelar datos personales de cinco ciudadanos que vieron lesionados su derecho a la privacidad y a la dignidad.