Gobiernos al servicio del CACIF


Rosana Montoya, A-1 397908, rosana.montoya@yahoo.com

Seguro que desde antes que los habitantes de cualquier paí­s -no sólo latinoamericano-, tuviéramos memoria polí­tica, esto ha venido ocurriendo no sólo en nuestro terruño, sino quién sabe en cuántos reinos o repúblicas más. Pero hablemos de lo que nos atañe.  Después de las elecciones presidenciales, donde el general Arana fue el vencedor, y al vencedor se le entregó la presidencia: el electo Presidente puso al Ejército Nacional al servicio del CACIF.  Dulce error, porque a partir de entonces, el Ejército perdió su soberaní­a, y se convirtió en el departamento de seguridad de los ricos.  Es cierto, que poderoso caballero es don dinero, y más… es el timón que mueve la Tierra.  Pero, hoy,  hemos degenerado en el poder del narcotráfico.  Mismo que empieza a gobernar en nuestra soberaní­a.  Hoy es el narcotráfico, el que pondrá y quitará gobiernos, mientras más ambiciosa sea la persona, que anhele entronizarse en el poder, más fácil de comprar voluntades será para los dueños de sembradí­os del Petén.  Movilizar, agilizar y aparentar las gestiones del caso.  México juega un papel preponderante en el narcotráfico.  Una cosa es la que sale en los diarios escritos, y otra muy diferente la que se cocina en Ciudad Juárez.  Sin ir más lejos, el Puerto de Acapulco dejó de ser un paraí­so turí­stico, porque la zona fue copada por las drogas y sus cabecillas.  Hoy son Chiapas, Tabasco y Soconusco, las zonas turí­sticas  del vecino paí­s del Norte.  Mismos territorios que entregó Justo Rufino Barrios, por un puñado de armas y soldados, para correr tras su ambición, del istmo centroamericano, comandado por él.  Los sueños no siempre se cumplen, porque la ambición rompe el saco.