Este artículo es continuación del que escribí sobre el Gobierno de Salvación Nacional (GSN), el cual mereció importantes comentarios fuera y dentro del país. Continuaré el abordaje del tema, en diálogo con ustedes, los lectores. Se nota, por ejemplo, su rechazo a los partidos políticos actuales, particularmente a los que han estado en el gobierno o han servido de comparsa del mismo, a cambio de puestos o prebendas recibidos. Se señala el creciente abstencionismo en las elecciones, que es lo que quieren los que monopolizan la cuota electoral. Es algo que debemos corregir. Por un lado, todo ciudadano y ciudadana debe quedar habilitado para votar, con acceso a su mesa electoral y su correspondiente documento. Esto incluye habilitar el voto en el extranjero, en donde se encuentra el 15% de la población, so pena de caer en la inconstitucionalidad del proceso. El voto de los migrantes es justo, necesario e impostergable.
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Contrario al abstencionismo, debemos procurar la democratización electoral, que es la participación masiva del pueblo, no solamente el día de la elección, sino que a lo largo de la construcción del proyecto político. Un lector ha sugerido que se establezca el «Plan de Jutiapa», semejante al Plan de Ayala de Zapata, con base al movimiento de la izquierda ahí iniciado. Sin embargo, como las corrientes de cambio son diversas, habrá que confluir, más bien, en el «Plan de Salvación Nacional». Otro lector desdeña el fenómeno de Jutiapa; no obstante, se notan más señales esperanzadoras, como la reciente declaración del Movimiento Nueva República (MNR) en pro de la unidad política con el pueblo, la orden de suspensión de operaciones a una mina de oro, gracias a la lucha popular, y el triunfo de los trabajadores de la salud al lograr que el Estado destine fondos mínimos al sistema de salud. Las luchas sociales continúan con mayor vigor y las fuerzas políticas progresistas en vez de ignorarlas deben potenciarlas.
Es importante ahora desarrollar los «diálogos reales» que mencionaba en mi artículo anterior, ya en marcha incipiente, debiendo sustentarse en la humildad y la tolerancia. Deben darse no solamente entre cúpulas, sino, más importante, entre las bases. Así, la acumulación de fuerza electoral urbana pasa por los ámbitos universitarios. Hay que recordar que más del 90% de la población universitaria está conformada por ciudadanos. Ya es tiempo de canalizar de nuevo la rebeldía de la juventud hacia la transformación del país, como en 1944 y 1962. ¡Y qué no decir de los maestros, que deben enseñar con el ejemplo! Si se quiere la dignificación de la profesión, hay que estar en el GSN. En próximos artículos haré referencia a la necesidad de que los pueblos indígenas participen, convencidos de que 2012 marca un nuevo inicio; así como de acrisolar todas las luchas de los campesinos y trabajadores. ¡Y no debe faltar la fuerza de la Mujer! La «clase media» de Guatemala debe darse cuenta, por su parte, que su apoyo constante a los regímenes de derecha, basado en la «psicología del miedo», debe ser sustituido por una alianza con quienes tienen todavía menos que ella. Las clases dominantes solamente miran hacia arriba y hacia el Norte; los cambios solamente pueden venir de abajo y asirse en el Sur.