Es el hecho de dirigir, decidir, asumir responsabilidades y ejercer derechos. Esta acción se da en el seno de un hogar, en un grupo social, en las organizaciones privadas y en el ámbito de los municipios, distritos, comarcas o departamentos; también se da a nivel de nación.
jfrlguate@yahoo.com
En un gobierno, su responsabilidad, éxito y deterioro se inicia el primer día de gestión y concluye el último. No puede, no debe pensarse o pretender que se puede dejar de decidir.
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El jefe de un hogar, el líder de un conglomerado social, el presidente de una asociación o cámara, el alcalde, el gobernante debe de asumir sus obligaciones y derechos desde el primer día hasta el último en que dura su gestión.
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A principios del mes de enero, después de ocho años consecutivos de gobierno Republicano, en los Estados Unidos de Norteamérica asumió un presidente, un vicepresidente Demócrata. Por primera vez, en el caso del Presidente, es originario de una minoría racial. Simultáneamente, en el Senado, los Demócratas obtuvieron 60 senadores; es decir dos terceras partes y también lograron que la mayoría de los diputados fuera demócrata. Todos estos hechos evidencian que la mayoría de los ciudadanos votantes decidieron darle un giro al gobierno de su país.
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Como es sabido, la administración pública en Estados Unidos es permanente, profesional y si bien cambian los mandos, ello no significa que se erradique totalmente los planes, las acciones y las tendencias de quienes no lograron triunfar en la elección. En este caso, los republicanos continúan siendo una fuerza importante. En el Departamento de Estado permanecen, de una u otra forma, «halcones» que se caracterizan por su agresividad, por su deseo que el mundo sea gobernado por personas conservadoras, de derecha.
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Por el contrario, los demócratas, si se les tuviera que calificar por su forma de pensar y actuar, serían personas liberales, de izquierda y por su preocupación por los trabajadores, de las clase media, de la mayoría de los ciudadanos se podría decir que son populistas, el gobierno que han iniciado y están desarrollando es un gobierno de cambios.
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En América Latina, especialmente en Centroamérica si el presidente fuera un hombre con el pensamiento y la forma de actuar de Barack Obama no se conformarían con decirle liberal de izquierda, populista, sino probablemente le dirían que es un socialista que se acerca al comunismo, hecho que evidencia la gran diferencia de pensar y de sentir entre las elites latinoamericanas y las elites norteamericanas.
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El presidente Obama, la secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton son sin duda alguna las dos figuras más importantes para América Latina, para los países en vías de desarrollo. Aunque su prioridad es la de preocuparse por Estados Unidos y sus intereses, no debemos de dudar que son personas que como demócratas, inspiran mayor simpatía, mayor esperanza para la mayoría de los hombres y mujeres de América Latina.
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Ante la actual crisis, el presidente Obama no ha vacilado en recurrir a la capacidad del Estado para inyectar recursos en el sistema bancario, en las aseguradoras; tampoco está vacilando en apoyar normas que regulen, que verifiquen y que obliguen a que no se abuse del consumidor, del pueblo en general. Si no hubiese inyectado los millones de millones que ha hecho, la crisis hubiera prácticamente destruido el sistema financiero de Estados Unidos y arrastrado también al sistema financiero del mundo. En lo empresarial ha recurrido a salvar a industrias automotrices, a conservar las fuentes de trabajo.
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Continuará.