No cabe la menor duda, nuestra conducta social es aldeana, típicamente tercermundista y patética como lo hemos demostrado en los últimos días. Los medios de comunicación y las grandes empresas saben muy bien de que mal padecemos los guatemaltecos: del complejo de inferioridad y del sentimiento de impotencia; por esa razón con bombos y platillos, incluyendo a nuestros cándidos Presidente y Vicepresidente, respectivamente, nos hemos dado a reconocer, de la noche a la mañana, ídolos que poco o nada tienen qué ver con lo que en lo más profundo de nuestro ser, los guatemaltecos verdaderamente somos, salvo, claro está, en los aspectos negativos, anteriormente señalados. Y que conste, que nada tengo que argumentar en contra del talento natural y del esfuerzo personal de quienes aspiran y llegan a ser «ídolos» de las masas, pero es evidente que el manejo comercial y el manipuleo de los medios de comunicación contribuyen a codificar a la población, valiéndose y aprovechándose de la ingenuidad, de la falta de educación y de una cultura mínima que posibilite también el mínimo sentido crítico para poder valorar, en su justa medida. Lo que los acontecimientos sociales, culturales y artísticos son y significan en la vida de los pueblos. Pero el complejo de inferioridad y el sentimiento de impotencia se da especialmente en aquellos guatemaltecos que desconocen la trayectoria, el desarrollo y el valor de la Cultura Nacional en todas sus dimensiones. Ya quisiéramos quienes nos dedicamos a la educación de nuestros jóvenes, que reconocieran como verdaderos ídolos a los compatriotas que en todas las ramas del arte y de la ciencia, calladamente y muchas veces en el anonimato, trabajan por engrandecer a nuestra patria, desde sus talleres y laboratorios. De ellos muy poco o nada dicen los medios de comunicación, porque con ellos nada o poco ganan. Su imagen no representa nada en términos de ganancias económicas. Y como la imagen vende y manipula, patética resulta, repito, también la imagen de nuestros dos flamantes «líderes políticos»: Presidente y Vicepresidente, queriendo hacer para sí un poco de las sobras de la euforia aldeana que por estos días se desborda como cuando César daba más circo a Roma para adormecerla (con la salvedad de las distancias entre los elementos comparados).
Al fin y al cabo, la demagogia y el fraude echan mano de cuanto recurso esté a su disposición, y como nada hay que salve de la condena histórica a este Gobierno, al menos, dejarán algunas fotografías con el «ídolo» del momento, aunque taparle el ojo al macho, a estas alturas, no es tan fácil, pues no hay gestos ni actitudes que borren el color ni el olor de la gusanera en que se convirtió este gobierno desde su asunción al poder.