El mural «Gloriosa victoria», realizado por Diego Rivera en 1954 y que estuvo extraviado durante casi cinco décadas, llegó ayer al Palacio Nacional de la Cultura, donde estará en exhibición durante octubre como parte de las celebraciones del mes de la Revolución de 1944.
La obra pertenece al acervo del Museo Pushkin de Moscú y se trata de una pintura monumental sobre tela y enrollable, que Rivera regaló al gobierno soviético durante sus años de militancia comunista.
CRíTICA
«Gloriosa victoria» mide 260 por 450 centímetros, cuenta con una inscripción que hizo de puño y letra el maestro: «»7 de noviembre de 1954. Diego Rivera. Colaboradoras Rina Lazo, Ana Teresa».
Según los catálogos del Museo Pushkin, el mural fue un regalo que hizo Rivera a la Unión de Pintores de la Unión Soviética, agrupación que a su vez lo donó a ese recinto en 1958, donde se ha expuesto en varias ocasiones.
Según se conoció hace años, el estado del mural, que actualmente está enrollado en las bodegas del museo, era satisfactorio, «»excelente, maravilloso».
En un principio, fue confundido con un mural de Rivera que permanece extraviado, titulado «Pesadilla de guerra y sueño de paz. También se confundió con la obra que Rivera regaló a China y que se cree fue destruida en algún momento de la revolución cultural en el país asiático.
«Gloriosa victoria» fue creado por el artista para denunciar la intervención imperialista en Guatemala. Entre otros detalles que reflejan una acre crítica del muralista hacia la política estadounidense, aparece una bomba con la cara del entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.