En el escrito anterior mencioné sobre “corporaciones transnacionales que controlan globalmente a los gobiernos” particularmente haciendo referencia al acaparamiento mundial de algunos productos, concretamente de la producción y comercialización local y mundial de minería y alimentos. También hice referencia a la “Corrupción global” y en ese contexto debe tomarse en cuenta la globalización de la delincuencia que utiliza la economía global y los tratados comerciales entre los países, como instrumentos específicos para cometer dolo, robos y fraudes a nivel global.
Los más grandes cárteles y capos del narcotráfico han logrado penetrar fronteras para el comercio mundial de sus productos, aprovechando las oportunidades que se presentan para lavar o blanquear capitales fabulosos. Las mafias transnacionales han logrado multiplicar las producciones de opio y cocaína, con lo cual han logrado una mayor acumulación de capital, que ahora circula por todos los sistemas bancarios y económicos del mundo, lo que ha permitido la consolidación de su poder y su hegemonía económica mundial. La globalización económica ha profundizado más aún la grieta entre pobres y ricos en la mayoría de los países.
Por otro lado, esas mismas mafias distribuyen mujeres jóvenes y niñas a través de los países europeos, asiáticos, etcétera, haciendo de la prostitución simplemente otro producto globalizado de donde obtienen cuantiosas sumas de dinero que dan asistencia a los capitales que nutren el increíble negocio del narcotráfico, en el cual se han enredado hasta gobiernos de países de varios continentes. Por alguna razón los países de grandes consumos de droga no combaten con solidez el tráfico de estupefacientes en sus territorios, pero obligan a los países de tránsito a hacer la finta de combatirlo, sabiendo que de todas maneras el grueso del producto llegará a sus mercados.
La globalización de la cultura equivale a lo que conocemos como transculturización o transculturación que no es más que, la recepción por un pueblo o grupo social de formas de cultura procedentes de otro, que sustituyen de un modo más o menos completo a las propias. Esto podemos ejemplificarlo con encender la televisión nacional y ver cómo la cultura y la subcultura mexicanas han invadido a Guatemala, al grado que los presentadores y presentadoras guatemaltecos (as) han copiado de una manera plástica las poses y palabras utilizadas por los mexicanos.
La transculturación de los guatemaltecos se ha realizado a través de los años, por medio de la tecnología de la comunicación moderna, que inicia con la invención de la radio. Es difícil atribuir la invención de la radio a una sola persona. En diferentes países se reconoce su paternidad a: Aleksandr Stepánovich Popov que hizo sus primeras demostraciones en San Petersburgo, Rusia; Nikola Tesla en San Luis (Misuri), Estados Unidos y Guillermo Marconi en el Reino Unido. Después de la radio vino el teléfono, el cine, la televisión y por último el microchip y… el Internet.
La globalización del medio ambiente trajo, dentro de otros males, el cambio climático, el cual ya es irreversible y nadie puede predecir cuáles serán sus consecuencias con el transcurrir de los años.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en uno de sus discursos mencionó que “Para que la globalización sea positiva, ha de serlo para pobres y ricos por igual. Tiene que aportar el mismo grado de derechos que de riquezas. Tiene que suministrar el mismo grado de justicia y equidad social que de prosperidad económica y de buenas comunicaciones.”
En Guatemala hubieran dicho que Annan es comunista y enemigo de la democracia. Pero sabemos que las palabras de Kofi Annan son ilusorias… sin un valor o efecto real. La globalización es nociva. ¿Cómo podrá la humanidad detener esa hecatombe socio-ecológica global que irremisiblemente se avecina? ¿Qué piensa el estimado lector?