Gladys Monterroso en Nueva York


La licenciada Gladys Monterroso, ví­ctima en marzo pasado de secuestro y tortura en Guatemala, ha concluido una visita a Nueva York, dentro del marco de su gira en los Estados Unidos, patrocinada por la Guatemala Human Rights Commission, con el propósito de denunciar la violencia en el paí­s, particularmente contra la mujer, y la impunidad de los graves crí­menes que se cometen a diario.

Ing. Raúl Molina Mejí­a
rmolina20@hotmail.com

La Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG) fue anfitriona de esta visita, habiendo organizado eventos en la Universidad del Estado de Nueva York, Old Westbury, y en Long Island University; un diálogo con ONGs, grupos de iglesia y representantes diplomáticos en el Centro de Iglesias para las Naciones Unidas; y una entrevista con el diario La Prensa. En todos los foros causó fuerte impresión el caso de la licenciada Monterroso y la situación de inseguridad y vulnerabilidad en Guatemala. Se relataron los hechos, con apoyo de un breve documental, que dan cuenta de la pesadilla vivida por la licenciada Monterroso a lo largo de más de 10 horas. Salir con vida de una experiencia de esa naturaleza, en donde hubo secuestro, tortura y violación, es, de por sí­ un hecho fuera de lo común, porque en el ambiente de violencia actual, este tipo de ataque culmina frecuentemente en la muerte de la ví­ctima. Es claro que quienes llevaron a cabo este brutal acto deseaban enviar un mensaje.

Ello lleva a formular hipótesis de porqué se produjo el ataque. La que asume la licenciada Monterroso, particularmente por las frases soeces utilizadas contra ella y la saña de la tortura, es que la castigaron por su trabajo en la comisión del Congreso empeñada en transformar las instituciones de justicia. La hipótesis que circuló inmediatamente después de su percance fue que, siendo la esposa del Procurador de los Derechos Humanos, era esta una fórmula para minar los esfuerzos del doctor Morales en contra de la impunidad, particularmente de militares y de policí­as. Finalmente, está la hipótesis polí­tica del golpe de Estado, ya que este acto de violencia se insertó en la serie de hechos que fueron escalando de enero a mayo, cuando el asesinato de Rosenberg quiso utilizarse para derrocar al presidente Colom.

Cualquiera sea la hipótesis, es lamentable que las investigaciones se encuentren empantanadas y el caso judicial se encuentre congelado. Es igualmente lamentable que la lucha por la justicia la tenga que dar sola, cuando las organizaciones de derechos humanos y el movimiento social tendrí­an que estar dándole acompañamiento. Aun la CICIG y la fuerza polí­tica a la que pertenece deberí­an actuar con mayor energí­a. Retomemos una agenda humanitaria todos los que creemos en la defensa, protección y promoción de los derechos humanos.

Hechos tan deleznables como el ataque a la licenciada Monterroso van creando la cortina de humo y fortaleciendo el clima de impunidad que hace posible que, en la supuesta época de la paz, cuatro valiosos dirigentes del movimiento social -Adolfo Ich, Orlando Boror, Roberto Castellanos y Ví­ctor Gálvez- hayan sido asesinados en las últimas cuatro semanas. Para quien conoce la historia guatemalteca, esto no es nuevo. Así­ fue el perí­odo represivo de Arana Osorio, cuando otra cortina de humo ocultó el descabezamiento de las organizaciones populares. Es tiempo de actuar a favor de la justicia.