La representante Gabrielle Giffords prometió volver al Congreso en un nuevo libro que detalla meses de intensa terapia y su batalla emocional para aceptar lo sucedido cuando un pistolero le disparó frente a un supermercado de Tucson.
El libro, «Gabby: una historia de valor y esperanza», es el relato más personal y minucioso de la lucha de Giffords en los últimos 10 meses para aprender a hablar y caminar nuevamente, así como de su triste descubrimiento de que otras 12 personas fueron heridas y seis muertas durante el ataque del 8 de enero.
The Associated Press adquirió una ejemplar con anterioridad a que salga a la venta el 15 de noviembre.
El libro está escrito por el esposo de Giffords, el ex astronauta Mark Kelly, pero Giffords es autora del último capítulo, una sola página de breves frases titulada «La voz de Gabby», en el que afirma que su objetivo es volver al Congreso.
«Me fortaleceré. Volveré», sostiene Giffords, que a sus 40 años sorprendió a sus colegas al aparecer en la Cámara de Representantes de Washington el 1 de agosto para la votación sobre el incremento al tope del endeudamiento federal. Pero ha enfocado la mayor parte de su tiempo en su recuperación en el centro TIRR Memorial Hermann, en Houston.
En su libro, Kelly recuerda que en varias ocasiones intentó contar a su esposa lo sucedido ese 8 de enero, cuando Giffords fue baleada en la cabeza mientras hablaba con ciudadanos a los que representaba. Pero no lo comprendió plenamente hasta el 12 de marzo.
Kelly preguntó a Giffords si recordaba que le habían dado un balazo, a lo que contestó que sí. Cuando se le preguntó que describiera lo que recordaba acerca del suceso, respondió con tres palabras: «Baleada. Anonadada. Da miedo».
Ese mismo día, Kelly le leyó un artículo del New York Times sobre su recuperación y se saltó un párrafo que informaba que otras seis personas habían muerto en el tiroteo. Giffords se dio cuenta que algo le faltaba al texto y le pidió que le dijera qué era.
Kelly escribió que tras enterarse de las muertes, Giffords fue presa de la emoción y tuvo problemas para seguir con la terapia. Esa noche, acostados, dijo a Kelly que se sentía muy mal por la muerte de todas esas personas. El ex astronauta la abrazó y la congresista se puso a llorar.