Obras de Joan Miró, Alexandre Calder, Alberto Giacometti y Georges Braque, muchas de ellas nunca vistas en público, viajaron por primera vez a Londres para una muestra que explora la amistad de esos artistas con el marchante francés Aimé Maeght y su esposa Marguerite.
La exposición, que abre el sábado sus puertas en la Royal Academy of Arts Londres, celebra, a través de más de 140 pinturas, esculturas, cerámicas, grabados y libros, la amistad entre la pareja y esos artistas, nacida en el sur de Francia, donde Aimé Maeght había abierto una pequeña galería.
Ann Dumas, comisaria de la muestra, subrayó que muchas de las obras expuestas en Londres no han sido vistas antes en público, porque son «propiedad personal» de los hijos y nietos de Maeght.
«Hay aquí muchas cosas muy íntimas, muy personales para la familia», contó Isabelle, una de las nietas de la pareja, que viajó a Londres con su padre, Adrien, y dos de sus hermanos para la presentación ayer a la prensa de la exhibición.
La muestra, que concluye en enero del 2009, se abre con obras de Pierre Bonnard y Henri Matisse, que vivían durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial en el sur de Francia, y que fueron amigos de los Maeght y «los mentores de su colección», dijo la comisaria.
«Cuando acabó la guerra, esos artistas persuadieron a mi abuelo de que abriera una galería en París», contó Isabelle, de 53 años.
La galería Maeght, que abrió en 1945, presentó exposiciones muy influyentes, como una consagrada al surrealismo, organizada por André Breton y Marchel Duchamp en 1947, dijo Isabell, que creció rodeada de esos artistas.
«Para mí y para mis hermanos, Braque fue otro abuelo», dijo, mientras mostraba una pequeña sala que contiene sólo obras del último periodo de ese artista (1882-1963), bastante sombrías, y figuras solitarias de Giacometti (1901-1966), entre ellas una maravillosa «Mujer caminando».
En cambio, en otra sala de la exposición, donde se presentan las obras del catalán Miró (1893-1893) y del estadounidense Calder (1898-1976), sólo se respira color, exuberancia, juego y alegría de vivir.
«Ellos dos, Miró y Caler, eran muy distintos, pero tenían la misma alma, compartían la misma visión del arte moderno», indicó Isabelle, que mostró un hermoso dibujo que envió Miró a su padre, tras la muerte de Calder.
Estimulados por sus amigos y por su amor por el arte, André Maeght y Marguerite crearon luego una fundación de arte privada, la Fundación Maeght, en el pequeño pueblo de Saint Paul de Vence, cerca de Niza, sur de Francia.
Rodeada de jardines donde se levantan esculturas de Miró, Giacometti, Chillida y Calder, con una capilla decorada por Braque y una cafetería diseñada por Diego Giacometti, esa fundación, obra del arquitecto español Josep Lluis Sert, abrió sus puertas en 1964.
La amistad de esos artistas con la pareja continuó durante todo ese periodo, y crearon obras para la Fundación, entre ellas un laberinto diseñado por Miró y una fuente con peces en cerámica por Braque. A su vez, Maeght, que había estudiado el arte de la impresión, los estimuló a explorar ese medio.
De ello resultó una maravillosa colección de litografías y libros de los cuatro artistas, resaltó Dumas, que indicó que Maeght editó también una revista de arte, «Derrií¨re le Miroir», que publicó para cada exposición.
Decenas de esas hermosas publicaciones están expuestas en la Royal Academy, contribuyendo a explicar el importante papel de Aimé Maeight en el arte del siglo XX.