Gestos de prepotencia


Tanto el licenciado Erick ílvarez, al decir que no tiene por qué informar de sus gastos de viaje, como la esposa del Presidente al decir que las crí­ticas sobre la secretividad de los gastos de Cohesión Social le vienen del norte, constituyen gestos equivocados porque en ninguno de los casos se está planteando algo fuera de lo normal ni contrario a la transparencia. Simplemente se trata de que los servidores públicos, categorí­a en la que cae la esposa de Colom por decisión propia al asumir el control de los programas estatales de asistencia a las familias más pobres, rindan cuentas como debe ser en cualquier paí­s del mundo y como se hace con cualquier persona que maneja dinero ajeno.


Porque ciertamente nadie tendrí­a que explicar absolutamente nada si decide viajar con recursos propios y cualquiera puede decir que le viene del norte lo que digan los demás si está administrando su propio dinero. Pero cuando se trata de una gestión que dispone de los recursos del erario, es decir, producto de las contribuciones fiscales de la población, es obvio que debe haber elemental rendición de cuentas y que es inaceptable que se mande al diablo cualquier cuestionamiento bajo el argumento de que les viene del norte y no les importa lo que digan los demás.

Y es que no se trata de un capricho de la gente eso de querer saber cómo es que se gasta el recurso del Estado, sino simplemente que hemos visto tantos actos de prestidigitación con el dinero público que es natural que exista suspicacia y que cada dí­a aumenten los gestos ciudadanos que claman por una mayor fiscalización. Si el abogado ílvarez o doña Sandra de Colom estuvieran al frente de una empresa sin ser dueños de la misma, seguramente que periódicamente tendrí­an que rendirle cuentas al propietario o a los socios y ninguno de ellos podrí­a decir que le viene del norte lo que digan los dueños o responder que no tienen por qué andar dando explicaciones a nadie. Y eso es lo que no se entiende en nuestro medio, puesto que se tiene confundido el concepto de mandatario, toda vez que los que están en el poder creen que son los mandantes, los que disponen, los dueños y que el resto de la gente tiene que aceptar lo que hacen y dicen sin chistar porque, han dicho algunos, el pueblo los eligió a ellos. Pero les eligió para que administren lo que es del pueblo y eso significa que tienen que rendirle cuentas a su empleador. No es nada del otro mundo, nada difí­cil de entender si se abandona la arrogancia y la prepotencia, y se asume la función con el elemental sentido común.