Las autoridades panameñas realizaban hoy gestiones con Interpol para la extradición de una pareja detenida en Nicaragua, acusada de cometer una serie de crímenes antes de escapar de Panamá, desatando una cacería por tres naciones de América Central.
Por petición de Panamá, la Policía costarricense había iniciado el fin de semana la búsqueda de la pareja, que escapó de Panamá luego que las autoridades hallaran cerca de su casa los restos de dos víctimas.
La pareja fue detenida el lunes por soldados nicaragí¼enses que custodiaban la frontera en el río San Juan, tras llegar navegando desde Costa Rica en una lancha robada, mientras agentes costarricenses les pisaban los talones luego de detectar su rastro en un pueblo del valle de Turrialba, cerca de San José.
Los detenidos, William Adolfo Cortez Reese, alias «Wild Bill» (Salvaje Bill), y su mujer Jane Seana Cortez, serían entregados por Nicaragua a Panamá a través de Interpol en los próximos días, dijeron funcionarios panameños.
Managua confirmó el martes su disposición a extraditarlos.
La saga, digna de una película del rey del suspenso Alfred Hicthcock o de la serie de televisión «Parejas Peligrosas», cada día ofrece nuevas revelaciones, pues la policía panameña sigue excavando la apacible finca donde vivían los sospechosos en busca de más cadáveres.
Por ahora las autoridades panameñas responsabilizan a la pareja -cuya auténtica nacionalidad ignoran y que portaba pasaportes holandeses al ser detenida- de dos asesinatos y la desaparición de otras cinco personas, incluida una familia estadounidense de tres miembros.
«Muertos fijos tenemos dos, uno plenamente identificado como Bo Icelar», dijo a la AFP el subdirector de la Dirección de Investigación Judicial de Panamá, Omar Pinzón.
Además, «tenemos información de cinco personas más desaparecidas (…), la familia de Michael Brown, su esposa y un hijo», y dos indígenas, añadió Pinzón.
«Eran unos indígenas que laboraban para él. Por alguna razón tuvieron algún tipo de diferencia con este señor y a partir de hace año y medio los familiares de ellos desconocen qué ha sido de su paradero», explicó el fiscal íngel Calderón.
Icelar y la familia Brown eran estadounidenses, según medios locales.
El asistente del fiscal general, Neftalí Jaén, dijo que Brown era buscado por la justicia de Florida desde hace años por tráfico de drogas y otros delitos.
La pareja Cortez, según los investigadores, montó el escenario ideal para perpetrar sus crímenes: un complejo turístico en Bocas del Toro, provincia famosa por sus playas y manglares paradisíacos (cerca de la frontera con Costa Rica), que atrae a muchos extranjeros adinerados.
«Villa Cortez» posee varias cabañas y era ofrecida en diversas guías turísticas como sitio de descanso y contacto con la naturaleza.
Este paraje selvático, donde el tiempo no parece correr, con playas de arena blanca e innumerables ríos, sirvió para que «Wild Bill» operara su negocio hotelero, cuyo logotipo tenía una calavera.
La Policía cree que la pareja mataba por motivaciones económicas: para adueñarse de inmuebles y otros bienes de extranjeros llegados a la zona.
Cortez «llevaba a cabo negocios con algunas personas y sospechosamente y repentinamente desaparecían una vez que (los) finiquitaban o él hacía ver que había una transacción legítima», explicó Pinzón.
Cerca de la finca, la policía descubrió recientemente los restos de las primeras dos víctimas. En el lugar había una sortija con la imagen de un indio apache y restos de soga.
El hallazgo indujo a la pareja a escapar a Costa Rica, desatando una cacería internacional, que acaparó la atención de los medios centroamericanos.