Gestión de alto nivel


El trámite de la solicitud a Estados Unidos para que el Ejecutivo de ese paí­s otorgue un régimen de protección temporal a los guatemaltecos que residen sin papeles en esa Nación se inició con la presentación de la solicitud por el Embajador de Guatemala en Washington. Sin embargo, creemos que ese proceso tiene que cobrar verdadero relieve y lo ideal serí­a que el mismo Presidente de la República pudiera viajar a Washington para hacer personalmente la solicitud, pero en su defecto debiera ser cuando menos el Vicepresidente quien, acompañado del Canciller, viajara a la capital norteamericana para gestionar el TPS.


Estados Unidos ofreció ese beneficio a los otros paí­ses centroamericanos que, sin la arrogancia que mostró la Guatemala de Arzú, lo solicitaron cuando el huracán Mitch asoló estas tierras y luego también El Salvador lo obtuvo tras su terremoto. Al margen de los miles de compatriotas perjudicados por la soberbia del gobierno guatemalteco de aquella época, es importante señalar que una gestión de esta importancia no puede quedar librada al trámite burocrático del Embajador ante el Departamento de Estado sino que debiera producirse un impulso polí­tico de mayor envergadura. Guatemala tendrá que asumir algunos compromisos, por supuesto, porque además de demostrar la gravedad de la tragedia y las funestas consecuencias de la deportación masiva de nuestros compatriotas, tendrá que mostrar al menos algún empeño para mejorar las condiciones de vida aquí­ de manera que no sea tan abrumadora la necesidad para muchos guatemaltecos de emigrar aún en condiciones ilegales. También deberemos entender que el TPS no se aplicará a aquellos guatemaltecos que han cometido algún tipo de delito (feloní­a) o falta grave y que están ya fichados por esa situación y podrí­an ser deportados en el momento en que se presenten a solicitar la protección temporal. Pero la inmensa mayorí­a de compatriotas residentes allá son gente trabajadora, honesta y dedicada que no tiene ningún problema con la ley y a ellos es a los que un TPS podrí­a otorgarles un beneficio de incalculable consecuencia desde el punto de vista humano. Las probabilidades de que en ví­speras de un prolongado debate sobre el tema migratorio la Casa Blanca ofrezca un TPS son limitadas porque hay que reconocer que las condiciones de vulnerabilidad frente a fenómenos naturales son un mal endémico en estas latitudes, pero es obvio que para Guatemala la situación es desesperada y que nuestra dependencia hoy de las remesas enviadas por los migrantes es mucho mayor porque buena parte de la reconstrucción que deberán financiar las mismas ví­ctimas será sufragada con el trabajo, el sudor y la dedicación de los chapines que viven esforzándose en Estados Unidos y cuyo drama fue ignorado cuando se les pudo brindar tan crucial ayuda.