Incluso si los demócratas reclutan grandes candidatos, recaudan montañas de dinero y montan campañas inteligentes, son remotas sus perspectivas de recuperar el control de la Cámara de Representantes durante las elecciones de noviembre. La razón es sencilla: los estrategas republicanos se pasaron años elaborando un plan para reestructurar los distritos electorales en base a los resultados del censo de 2010 de modo tal de inclinar la balanza a su favor.


Expertos independientes le dan a los demócratas pocas posibilidades de retomar el control del proceso, lo que implica que los republicanos seguirán bloqueando la agenda del presidente Barack Obama en su segundo término.
El primer paso fue ganar determinadas legislaturas estatales para poder controlar el proceso. Cada diez años, luego del censo nacional, los estados reconfiguran los 435 distritos de la Cámara de Representantes tomando en cuenta los cambios de la población. Los estados más poblados tienen más representantes. Algunos estados ganan bancas, otros las pierden.
En la mayoría de los estados la legislatura y el gobernador elaboran nuevos distritos, lo que explica por qué los partidos prestan particular atención a las elecciones de comienzos de una década.
Y las elecciones de 2010 fueron desastrosas para los demócratas. Los republicanos conquistaron 63 bancas y tomaron el control de la cámara baja. También ganaron terreno en el Senado, pero los demócratas conservaron la mayoría.
Lo que es más importante, los republicanos tomaron el control de legislaturas estatales en estados vitales, dándole al partido una ventaja que todavía está generando dividendos.
En estados como Ohio, Michigan y Carolina del Norte, los republicanos lograron elaborar mapas electorales que concentran la mayor cantidad posible de votantes demócratas en la menor cantidad posible de distritos. Esa manipulación de distritos, llamada «gerrymandering» en inglés, permitió a los republicanos distribuir sus votantes en más distritos, aumentando las posibilidades del partido de sumar bancas.
La geografía también ayudó a los republicanos. Los votantes demócratas tienen a vivir en centros urbanos densamente poblados, lo que facilita la tarea de encerrarlos en pocos distritos.
Los primeros réditos llegaron en 2012, cuando los republicanos conservaron el control de la Cámara de Representantes a pesar del gran apoyo que recibió Obama al ser reelegido para un segundo término. Y es posible que sigan ganando terreno en los comicios de fin de año porque, al margen de la ventaja derivada de la redistribución de distritos, el partido en el gobierno generalmente pierde bancas en las elecciones de mitad de término.
La manipulación de distritos tiene una larga tradición en Estados Unidos y ha sido explotada tanto por republicanos como por demócratas, pero los éxitos recientes de los republicanos son de contornos históricos: en 2012 consiguieron una mayoría de 33 bancas en la Cámara de Representantes a pesar de que sus candidatos sacaron 1,4 millones de votos menos que los demócratas.
Fue apenas la segunda vez desde la Segunda Guerra Mundial en que el partido que recibió más votos no obtuvo la mayoría en la cámara baja, según estadísticas de ese órgano. Los demócratas conquistaron ocho bancas, pero siguen siendo minoría.
«El hecho de que los republicanos controlaron la redistribución de distritos (luego del censo de 2010) implica que pudieron erigir un muro que impidió que la ola lo rebasase», comentó Justin Levitt, profesor de leyes y experto en el tema de la Facultad de Leyes de Loyola en Los Ángeles.
«Lograron reforzar algunos distritos que habían sido ganados por novatos del Tea Party u otros republicanos nuevos», agregó, en alusión al movimiento conservador.
La ventaja republican se irá diluyendo con el correr de la década y los cambios poblacionales. Mientras tanto se mantendrá seguramente el actual equilibrio de fuerzas y Obama deberá luchar contra la mayoría republicana de la cámara baja.
¿Cómo hicieron los republicanos para sacar ventajas? Todo empezó con la amplia victoria de los comicios de mitad de término de 2010 y con un plan llamado REDMAP. Combinado con la apatía demócrata.
«Los demócratas cometieron un error terrible. No le prestaron suficiente atención ni recursos a las contiendas legislativas a nivel estatal», afirmó Matt Bennett, quien fuera asesor del presidente Bill Clinton. «Perdieron una cantidad de legislaturas por márgenes estrechos. Algunas de ellas se dieron vuelta por primera vez desde la reconstrucción del sur» tras la guerra civil de mediados del 1800.
La planificación republicana estuvo acompañada por un golpe de suerte. Los vientos políticos soplaban a su favor, pero venían estudiando desde hacía años la mejor forma de sacarle provecho a una redistribución de distritos.
REDMAP, que alude a un Redistricting Majority Project, planteaba la necesidad de enfocarse en estados donde podía haber fluctuaciones en las que un partido podía ganar o perder bancas. Los estrategas republicanos llegaron a la conclusión de que podían tener mayor impacto en esos estados porque allí habría más cambios en los distritos electorales, según Chris Jankowski, ex presidente del Comité de Liderazgo Estatal Republicano.
El partido gastó más de 30 millones de dólares a través de REDMAP para impulsar la obtención de mayorías legislativas en estados como Ohio, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, indicó Jankowski.
«No me refiero a la compra de espacios publicitarios durante dos meses, como en las campañas para el Senado», dijo Jankowski. «Me refiero a cable, radio, correo… cosas básicas».
Antes de las elecciones de 2010 los republicanos tenían mayorías en 36 órganos legislativos estatales. Después de esa votación, controlaban 56, de acuerdo con la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. En casi la mitad de los estados, los republicanos lograron el control de la totalidad del proceso de redistribución de distritos.
Para comprender los patrones de votación en los distritos de la cámara baja, la Associated Press dividió los votos de las elecciones presidenciales en los 435 distritos.
Dado que Obama sacó más votos que su rival republicano Mitt Romney, uno tendería a pensar que ganó la mayoría de los distritos, pero no fue así.
A nivel nacional, Obama sacó casi 5 millones de votos más que Romney. Sin embargo, en algunos estados el grueso del voto demócrata se concentró en pocos distritos y Romney terminó ganando 17 distritos más que Obama.
Varios aspirantes a la presidencia se presentaron el pasado fin de semana en Las Vegas para cortejar el apoyo de uno de los donantes más importantes del Partido Republicano. El multimillonario Sheldon Adelson fue la principal atracción del encuentro anual de la Coalición Judía Republicana en el hotel y casino Venetian, propiedad de Adelson.
Con la mira puesta en los comicios presidenciales del 2016, los potenciales candidatos han estado cortejando a los donantes grandes por meses, pero nunca a este nivel. El encuentro ha sido llamado «La primaria de Sheldon», en alusión a las internas del partido para elegir a su candidato.
Se trató de una reunión de cuatro días en la que hubo degustaciones de Scotch, conferencias privadas y torneos de golf y de póker en los que los políticos se codearon con algunos de los donantes más importantes del Partido Republicano, encabezados por Adelson.
El bostoniano de 80 años costeó casi por sí solo el grupo que llevó adelante la campaña presidencial de Newt Gingrich en el 2012 antes de jugarse por Mitt Romney. En esta ocasión no estarán ni Gingrich ni Romney, pero se espera la presencia de potenciales candidatos.
La conferencia republicana, como tantas otras actividades del sombrío mundo de la financiación de las campañas, está rodeada de un manto de secreto.
Adelson rara vez habla en público. Y solo uno de los actos programados en los cuatro días admitió a la prensa; Se le informó de antemano a los asistentes que las preguntas debían ser presentadas de antemano, algo que va contra la tradición pero que se cree busca evitar preguntas incómodas a Christie en torno a sus recientes problemas en Nueva Jersey.
El empresario conocido por su devoción a Israe, es el benefactor más influyente de la Coalición Judía Republicana. Donó más de 90 millones de dólares a candidatos políticos en el último ciclo electoral. Es imposible saber exactamente cuánto dinero aporta porque muchos de los grupos que reciben fondos operan como entidades sin fines de lucro que no reportan el origen de sus fondos.
Varios cuadros republicanos que generalmente hablan con la prensa se muestran reticentes a tocar el tema de Adelson y de su papel en las campañas presidenciales. Los que lo hacen elogian su generosidad.
Charlie Spies, quien encabezó en el 2012 un Comité de Acción Política –o PAC, como se denomina a los grupos que recaudan fondos y los donan a candidatos– que apoyó a Romney, dijo que Adelson y su esposa «son filántropos generosos que respaldan causas que van desde asuntos educativos hasta el apoyo a Israel. En medio de la cháchara sobre sus donaciones políticas a veces se olvidan de que hay escuelas, museos y organizaciones sin fines de lucro en todo el mundo con el nombre de Adelson».
Adelson aportó 15 millones de dólares en cuatro meses a un PAC que apoyaba a Romney en las últimas elecciones presidenciales.
El empresario es considerado una de las 10 personas más ricas del mundo, con un valor neto de más de 40.000 millones de dólares, de acuerdo con el Índice de Millonarios de Bloomberg.
El término es una invención periodística, proveniente en parte del apellido del gobernador del estado de Massachusetts (Estados Unidos) de principios del s. XIX, Elbridge Gerry, quien inició la práctica.
Algunos demógrafos dicen que Estados Unidos está adquiriendo un tono cobrizo. Las altas tasas de nacimiento entre los negros y los hispanos hacen que la población estadounidense sea cada vez menos blanca.
Estos cambios, sin embargo, casi no se notan en los distritos electorales que envían republicanos a la Cámara de Representantes, lo que contribuye a generar divisiones entre ese partido y los demócratas en relación con el tema de la inmigración.
Los líderes republicanos a nivel nacional han estado pidiéndole a sus legisladores que ayuden a captar el voto hispano, conscientes de que ese bloque de rápido crecimiento es vital.
Sin embargo, esos llamados no tienen eco entre muchos representantes republicanos, que se niegan a aprobar una legislación que regularice el status de unos 11 millones de inmigrantes que están en el país ilegalmente.
Para el presidente Barack Obama y los demócratas, mientras tanto, la reforma a las leyes de inmigración es una prioridad.
Consideraciones demográficas ayudan a explicar las divisiones.
Luego del censo de 2010, legisladores republicanos de estados clave reestructuraron los distritos electorales de modo tal que favorecieran a sus candidatos. Esto ayudó a que los republicanos conservasen una mayoría de 33 bancas en la cámara baja en 2012, pero al mismo tiempo los aisló mayormente de los cambios demográficos que se registran en buena parte del país.
Si bien la nación es cada vez más diversa, la mayoría de los distritos electorales representados por los republicanos son casi exclusivamente blancos, con una presencia mínima de sectores minoritarios.
«Eso no va a durar para siempre», advierte William Frey, demógrafo de la Brookings Institution. «Tarde o temprano, la demografía no ayudará a esos sectores que permanecen aislados».
En promedio, los distritos dominados por los republicanos son blancos en un 74%. Un 11% son hispanos y un 9% negros.
En comparación, solo el 51% de la población de los distritos representados por un demócrata es blanca. Un 23% son hispanos y un 17% negros.
A nivel nacional, los blancos no hispanos constituyen el 64% de la población, pero ese porcentaje ha ido descendiendo por años. La Oficina del Censo calcula que en los próximos 30 años los blancos dejarán de ser la mayoría. Hoy por hoy, sin ir más lejos, aproximadamente la mitad de los niños menores de cinco años pertenecen a minorías étnicas y raciales.
Los hispanos representan el 16% de la población de Estados Unidos y ese porcentaje seguirá aumentando, según las proyecciones del censo. Eso es lo que preocupa a algunos líderes republicanos.
En las elecciones presidenciales de 2012, el candidato republicano Mitt Romney cosechó apenas el 27% del voto hispano. Acto seguido el Comité Nacional Republicano hizo un estudio para ver el porqué de eso.
Una de sus conclusiones fue que el partido «debe apoyar y promover una reforma integral a las leyes de inmigración. De lo contrario, nuestra prédica quedará cada vez más reducida a nuestra base».
En el Senado algunos republicanos modificaron sus puntos de vista, encabezados por Marco Rubio, político conservador de ascendencia cubana considerado potencial candidato a la presidencia en 2016. A mediados del año pasado 14 republicanos se plegaron a los demócratas y aprobaron un proyecto de reforma que hubiera aumentado la seguridad en la frontera y despejado el camino para que los extranjeros que no tienen permiso de residencia saquen algún día la ciudadanía.
En enero de este año los líderes republicanos de la Cámara de Representantes anunciaron una serie de principios para una reforma que contemplaba la legalización de quienes están en el país sin permiso tras el pago de impuestos atrasados y de multas, pero no un camino especial hacia la ciudadanía, como postulan Obama y los demócratas.
Numerosos republicanos, no obstante, rechazaron esos principios, diciendo que equivalían a una amnistía. Una semana después, el líder de la mayoría en la cámara baja John Boehner dijo que las perspectivas de que se aprobase una reforma a las leyes de inmigración antes de las elecciones de noviembre eran prácticamente nulas.