Argentina despidió a su generación dorada del básquetbol. Y no pudo hacerlo con medalla.
En un apretado final, Rusia negó ayer la tercera medalla consecutiva en unos Juegos Olímpicos a un equipo que había cosechado oro en Atenas 2004 y bronce en Pekín 2008.
«Es muy difícil de asimilar ahora, logramos un montón de cosas fueron 10 años o más muy importantes, un partido ganado más o menos no va a cambiar nada, pero teníamos una ilusión enorme de ganar una medalla», dijo Manu Ginóbili.
En un calco de los últimos segundos de la semifinal del Mundial del 2006 contra España, un triple abierto de Andrés Nocioni se salió literalmente del aro. Como hace seis años, Argentina acabó perdiendo el partido, esta vez por 81-77.
Londres marcó el punto y final a una década probablemente irrepetible para el básquetbol argentino. El adiós de una plantilla de jugadores competitiva a los que «envuelve una mística ganadora», según lo definió en una ocasión el alero Carlos Delfino.
«No podemos hablar de que fue el fin de nada, se perdió un partido, se perdió una medalla pero esto sigue», dijo Luis Scola. «Yo no me voy a ir a ningún lado, aunque sé que algunos no estarán más».
«Por ahora eso (el fin de ciclo) no es algo que esté en la mente de nadie, quizá para Manu (Ginóbili) que ya lo dijo, pero para el resto no es un tema», comentó Delfino.
Fue el Mundial de Indianápolis 2002 el que vio nacer a la llamada generación dorada. Manu Ginóbili, Andrés Nocioni y Luis Scola lideraron un tridente capaz de derrotar a Estados Unidos en su propia casa.
Argentina se plantó en la final, pero acabó cediendo ante la Yugoslavia de Vlade Divac y Predrag Stojakovic.
Dos años después, llegó la inolvidable victoria de Atenas.
Argentina volvió a doblegar a Estados Unidos en semifinales y se impuso a Italia en la final. Un éxito sin precedentes para el deporte de la canasta en el país del futbol.
La única espina clavada para este grupo fue el Mundial. En Japón 2006 se toparon con España en semifinales y cayeron eliminados.
Mientras tanto, Ginóbili, Scola y Nocioni habían emigrado a la NBA y se convirtieron los primeros argentinos en la mejor liga de básquetbol del planeta. Con los Spurs de San Antonio, Ginóbili, considerado el mejor jugador de la historia del básquetbol argentino, ha ganado tres anillos de campeón.
En Pekín 2008, Estados Unidos se tomó cumplida revancha de la derrota de 2004 y apeó a Argentina de la final. La «Albiceleste» se colgó el bronce tras vencer a Lituania.
La columna vertebral del grupo decidió darse una última oportunidad en Londres. Ginóbili, con 35 años, Nocioni, con 32, Leo Gutiérrez, 34, Scola, 32, Pablo Prigioni, 35, y Delfino, con 29, volvieron a juntarse una vez más.
Argentina se metió otra vez en las semifinales. Y nuevamente Estados Unidos la dejó fuera de la pelea por el oro. En el choque por el bronce, los argentinos dejaron todo en la cancha, pero Rusia acabó negándoles un tercer metal en su despedida.
«No sé si fue este uno de mis últimos partidos con la selección pero sí uno de mis últimos torneos, yo no he cambiado mi decisión de pensar en irme. Esta es una herida profunda como la que me dejó el 2002, hay que taparlas, ponerles pegamento pero van a quedar ahí», señaló Ginóbili.
«Es una pena irse así cuando estuvimos cerca de algo tan grande como es un tercer podio. Me cuesta pensar en el legado y no sentir el dolor de saber que esta era quizá la última oportunidad de ganar una medalla y se perdió. Son momentos irreversibles», añadió.