Gaza: «Sólo sobrevive el que tiene suerte»


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La población de Gaza es la que más sufre en la nueva confrontación entre Israel y Hamas, pues al contrario que la población israelí, no tienen protección alguna ante los fuertes ataques aéreos de Israel.

Por Sara Lemel
Gaza / Agencia dpa

El ruido ensordecedor de los ataques aéreos israelíes se mezcla con la llamada del muecín al rezo matinal del Ramadán. La gente del barrio de Rimal, en la Ciudad de Gaza, ya había roto el ayuno durante la noche cuando una serie de fuertes explosiones sacudieron por la mañana la vecindad. Precisamente en el mes sagrado del Ramadán, que debería ser una época festiva para los musulmanes, la Franja de Gaza vuelve a sufrir un trágico derramamiento de sangre. A cada hora se suceden las informaciones sobre nuevos muertos, entre ellos niños.

Durante el día los musulmanes guardan ayuno, que rompen a la puesta del sol con un festín: con el estómago vacío y el intenso calor de julio es especialmente difícil mantener la cabeza fría durante los bombardeos israelíes.

Por miedo a una ofensiva terrestre, mucha gente hace cola ante una panadería para comprar pan de pita. «Tenemos miedo de verdad a que siga escalando el conflicto», cuenta Amir Abu Heyilan, de 38 años. «Por eso he comprado mucho pan de forma preventiva», cuenta el padre de cuatro hijos.

Al contrario de lo que ocurre en Israel, en la Franja de Gaza no hay sistemas de advertencia ante los ataques con cohetes: no hay sirenas y la mayoría de la gente tampoco tiene refugios a los que acudir.

Por eso mucha gente se queda en sus casas, mientras los cohetes caen a su alrededor. Sin embargo, en los ataques selectivos contra viviendas de milicianos palestinos, el Ejército israelí suele avisar antes por teléfono a sus habitantes, para que salgan rápidamente.

«Cuando estoy fuera tengo miedo de que un cohete israelí impacte contra una moto o un automóvil y me mate o hiera», cuenta un habitante de Gaza. «Dos niños resultaron heridos mortalmente cuando jugaban en un campo. Sólo el que tiene suerte sobrevive».

Muchos líderes de Hamas de alto rango pasaron a la clandestinidad hace días y se cree que se encuentran en refugios subterráneos protegidos de hormigón. Muchos combatientes armados de la organización radical islamista actúan sin embargo desde centros densamente poblados y aceptan que los ataques de respuesta israelíes se cobren la vida de civiles inocentes.

Khalil Kassab, de 40 años, del norte de la Franja de Gaza, se refugió a casa de su hermano, más en el centro del territorio palestino, por miedo a que les pase algo a su familia de ocho niños. «No hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza, pero la casa de mi hermano lo es un poco más». A sus hijos les asustaban muchísimo los continuos bombardeos. «Todos en la Franja de Gaza tienen la sensación de ser un blanco que puede ser atacado en cualquier momento».

Muchos musulmanes creen sin embargo que una muerte como mártir en el mes del Ramadán sería especialmente meritoria y tendría una recompensa especial al otro lado. Según la tradición musulmana, los combatientes árabes tienen especialmente éxito durante el Ramadán. Por ejemplo se recuerda que la guerra del Jom Kippur de 1973 empezó en Ramadán e Israel sufrió entonces fuertes pérdidas. Egipto sigue celebrando esa contienda como una gran victoria sobre Israel.

En vista de la desesperada situación económica en la estrecha franja costera, cada vez más gente se aparta de Hamas. Los analistas palestinos creen posible, por ese motivo, que la organización aislada internacionalmente haya accedido a un nuevo conflicto con Israel en Ramadán, porque en esta época espera más apoyo de su propia población.

Las arcas de Hamas están vacías. Desde hace nueve meses la organización no puede pagar totalmente los salarios de sus en torno a 42 mil empleados. Desde que empeoraron sus relaciones con Siria, se cerró el flujo de dinero que le llegaba desde el aliado sirio Irán.

Antes, los miembros de Hamas podían también meter a Gaza de contrabando desde Egipto cofres de dinero en metálico a través de los túneles. Pero desde el cambio de poder en el país vecino se acabaron también las antes buenas relaciones con Hamas y las fuerzas de seguridad egipcias cerraron el túnel. Con ello, el bloqueo de la Franja es ahora completo.

Qatar ha prometido ayudas millonarias a Hamas, pero los bancos árabes no quieren transferirlo por miedo a sufrir sanciones económicas, porque tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE) la consideran organización terrorista.

Con la nueva confrontación con Israel, Hamas quiere despertar nuevas simpatías en el mundo árabe y obligar a Egipto a abrir la frontera, creen los analistas locales. Pero también esperan una nueva unidad de los palestinos ante la amenaza que viene de fuera.

«Cuando estoy fuera tengo miedo de que un cohete israelí impacte contra una moto o un automóvil y me mate o hiera (…) Dos niños resultaron heridos mortalmente cuando jugaban en un campo. Sólo el que tiene suerte sobrevive».
Habitante de Gaza

«Tenemos miedo de verdad a que siga escalando el conflicto. Por eso he comprado mucho pan de forma preventiva».
Amir Abu Heyilan

«Todos en la Franja de Gaza tienen la sensación de ser un blanco que puede ser atacado en cualquier momento».
Khalil Kassab