Para Amnistía Internacional, que investiga si Israel violó las convenciones internacionales sobre armas en Gaza, un hueco en un techo calcinado, los restos de un obús y fragmentos de fósforo que se incendian al menor contacto en una casa de Gaza son pruebas irrefutables.
El lunes 5 de enero, la artillería israelí bombardea los suburbios de Beit Lahya, en el norte de la franja de Gaza. Para protegerse, Sabá Abu Halima y su familia se refugian en el primer piso de su casa, en un corredor sin ventanas.
Dos semanas después, en el mismo lugar, Chris Cobb-Smith, un experto británico en armamento, reconstruye los hechos.
«Aquí el obús perforó el techo. Allá estalló al chocar con el muro y diseminó todos los fragmentos de fósforo en la casa. Eso explica que todo el interior esté tan calcinado», afirma.
Desde el 17 de enero, Cobb-Smith recorre la franja de Gaza con una delegación de Amnistía Internacional que investiga si el ejército israelí utilizó bombas de fósforo, una sustancia que tiene la propiedad de incendiarse al contacto con el oxígeno.
El empleo de estas armas está reglamentado por la Convención sobre Armas Clásicas de 1980, más específicamente por el Protocolo III «sobre la prohibición o la limitación de armas incendiarias», vigente desde 1983, que prohíbe su utilización en las zonas habitadas por civiles.
Cinco civiles murieron y cuatro sufrieron graves quemaduras en el caso de Beit Lahya, incluyendo a Sabá Abu Halima.
«Sufro muchísimo, me arde la piel. No logro dormir», dice la mujer, internada en la unidad para personas con quemaduras graves del Hospital Shifá, en la ciudad de Gaza.
Los hospitales de Gaza se han visto superados por esta sustancia que no sabían tratar, porque «el fósforo jamás había sido utilizado contra Gaza», sostiene Elizabeth Hodgkin, especialista en Oriente Medio que trabajó para Amnistía Internacional de 1994 a 2002.
En el hospital Shifa, los supervivientes cuentan que salía humo de sus heridas cuando las lavaban o les retiraban las vendas, pues el fósforo blanco sigue activo durante mucho tiempo.
Teóricamente, es un arma estalla en el aire y se utiliza para crear «una cortina de humo» de protección o para marcar blancos para la aviación, explica Cobb-Smith.
«No existe ninguna justificación táctica para que haya sido empleada en Gaza», afirma. «Creo que en este caso se trata de un arma destinada a aterrorizar a la gente, pero también a infligir daños físicos y destruir edificios», añade.
Se trata de un «crimen de guerra» para Amnistía Internacional, que encontró numerosas partículas todavía activas de fósforo en las zonas civiles, incluyendo al hospital al Quds de Gaza, dijo Donatella Rovera, que dirige la delegación.
Según esta fuente, la ONU debe lanzar una investigación internacional sobre los crímenes cometidos por los dos bandos durante el conflicto.
Las eventuales sanciones, de acuerdo con Donatella Rovera, dependerán «de la voluntad política de los países que tienen influencia, fundamentalmente de Estados Unidos y la Unión Europea».
Israel no desmintió la utilización la utilización de fósforo blanco, aunque afirmó que no empleó armas «prohibidas por las convenciones internacionales». Sin embargo, de acuerdo con el diario liberal israelí Haaretz, el ejército está investigando una eventual utilización equivocada de obuses con fósforo en Beit Lahya.
El primer ministro israelí Ehud Olmert confió ayer a su ministro de Justicia, Daniel Friedman, la tarea de defender al Estado frente a eventuales denuncias de «crímenes de guerra» relacionados con la reciente ofensiva enGaza, informó hoy una fuente gubernamental.