Gato por liebre con la transparencia


Eugenio_Fernandez

El día de ayer uno de los pocos diputados que aún cuenta con cierto grado de credibilidad, el diputado José Alejandro Arévalo señaló, por este medio, las debilidades que contienen las famosas leyes de transparencia. Algunas de estas leyes han estado en el Congreso por más de cinco años. La función del Congreso es que se discutan las leyes para mejorarlas y ser aprobadas.

Eugenio R. Fernández
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Sin embargo lo que sí cae mal es que se le denomine leyes de transparencia cuando lo que allí se encuentra es todo lo contrario. El diputado “criticó que se pueda adquirir deuda sin respaldo financiero en caso de emergencia y que Finanzas no tenga obligación de informar al Congreso y CGC de las transferencias y modificaciones presupuestarias.”

Esto es lo que da cólera, que nos sigan viendo a los ciudadanos la cara de burros. ¿Cómo pretenden  transparentar el presupuesto y permitan que un decreto, el decreto ley que contiene el presupuesto, sea modificado por un Ministerio de Finanzas, sin la obligación de reportar las transferencias y modificaciones presupuestarias? ¿Alguien pudiera explicarme de qué forma se logra transparentar el presupuesto de esta forma? pues yo no lo entiendo, no lo veo.

Como bien lo afirmó John Godfrey Saxe, hace más de cien años «las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto en proporción a cuánto sabemos de cómo están hechas» (este dicho es erróneamente atribuido a Otto Von Bismarck). Todos tenemos que estar muy atentos con las leyes, pero en especial estas, pues nos dejarán sin ropa.

Entre otras cosas se pretende que el Ministro de Finanzas tenga la facultad de reorientar los fondos provenientes de préstamos.  Esto no solo es inconstitucional, es además un delito. Si usted o yo pedimos un préstamo a un banco para comprar una casa pero lo usamos para darnos un viaje con toda la familia, podemos parar en la cárcel, por fraude. Pero estas bellezas  quieren irse de viaje y no pagar las consecuencias.

Pretenden también estas leyes que cualquier profesional pueda ejercer el cargo de Superintendente de Administración Tributaria. Tal vez un oncólogo es lo que necesita la SAT para quitarle todo el cáncer que tiene por dentro esa institución. Ya que estamos en estas ¿Por qué no ponemos a Administradores de Empresas en lugar de Jueces? Tal vez nos sacamos la lotería y estos puedan administrar la justicia de mejor forma.

Para colmo las leyes de transparencia pretenden dejar sin fondos presupuestarios a la Contraloría General de Cuentas.  Esto implica que el ente que se encarga de contarle las costillas al Estado, no tendrá presupuesto y tendrá que sobrevivir con las multas que cobra… No sé si reír o llorar.   Esto es de lo más inaudito que se pueda presentar.  Con estas leyes mal llamadas de “transparencia”  le estamos quitando cualquier traba que pudieran haber tenido los ladrones que nos gobiernan.

Por último, uno de los puntos más álgidos para llevar la transparencia al Estado y a las municipalidades se dejó fuera de toda consideración, en las propuestas de ley;  el tema de los famosos fideicomisos, que son la fuente de mayor corrupción en varias entidades, como por ejemplo la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala.   Esto a pesar que existía en la iniciativa original. Estos diputados que venden su dignidad, su madre y su patria por migajas, son incapaces de ponerse la mano en la conciencia y hacer el bien ni por casualidad o error.

Es hora de que el ciudadano se organice y exija a estas personas que cumplan con la función para la que fueron electos y  no dejemos que nos sigan dando gato por liebre.  También es necesario que  el señor Presidente  presente formalmente su  propuesta de que  solo 80 diputados sean electos al Congreso.