En los cinco años desde que «Los Soprano» terminó, James Gandolfini ha huido de los reflectores, encerrándose en un montón de papeles de reparto que, aunque quizá carezcan de la altivez de Tony Soprano, han demostrado el amplio talento del actor.
Esta temporada complacerá en el cine a los admiradores que lo han extrañado, aunque lo podrán ver en otros papeles pequeños. En el docudrama de Kathryn Bigelow sobre la muerte de Osama bin Laden «Zero Dark Thirty», interpreta al secretario de Defensa Leon Panetta; en el drama de David Chase sobre la década de 1960 «Not Fade Away», es un padre chapado a la antigua de un aspirante a rockero, y en la película de mafiosos de Andrew Dominick «Killing Them Softly», es un matón fracasado y viejo.
Ninguno de los papeles son protagónicos, pero eso está bien para Gandolfini.
«Me siento mucho más cómodo haciendo papeles pequeños», dijo Gandolfini en una entrevista reciente. «Me gustan, me gusta cómo se filman, se filman rápidamente. Todo se trata de los guiones, es lo que es, me han entregado algunos guiones pequeños e interesantes».
Al actor de 51 años casi no le gustan las entrevistas y muy pocas veces acepta una. En parte por eso, Gandolfini — sentado atentamente con las manos sobre sus rodillas y sus ojos inquisitivos— desconfía del efecto de la atención que infla el ego. Al explicar su interés en los personajes de reparto dijo: «Siempre me pregunto qué tan interesante puede ser esto para la gente. Es algo que sólo me importa a mí».
Aunque el logro de Gandolfini al interpretar Tony Soprano por ocho años es incuestionable (ganó tres premios Emmy), la sensación que le dejó el programa, y el largo tiempo que pasó interpretando al gánster violento y a veces repugnante, terminó por cansar a Gandolfini. Después de «Los Soprano», no se recuperó como actor hasta que protagonizó la obra de teatro ganadora del Tony «God of Carnage» en Broadway en 2009, en la que interpretó el papel de un hombre casado que trata de reconciliarse con otra pareja por una pelea entre sus hijos.
«Me volvió a poner los pies sobre la tierra como actor», dijo Gandolfini. «Después pude intentar cosas diferentes».
El trabajo reciente de Gandolfini ha pasado de la comedia, su género favorito (como un oficial de Washington en la sátira policiaca «In the Loop»), al drama conmovedor (como un empresario que ayuda a una adolescente, Kristen Stewart, a rehabilitarse en «Welcome to the Rileys»). También hizo la voz de Wild Thing Carol en «Where the Wild Things Are», una actuación que subrayó su ternura al presentarlo fuera de su cuerpo.
Una de sus películas favoritas, dijo, es el romance de John Turturro «Romance & Cigarettes», un divertido musical sin extravagancias que se tardó en llegar a cartelera, sobre una familia sin dinero. También ha producido varios documentales de HBO sobre veteranos de guerra: «Alive Day Memories: Home from Iraq» y «Wartorn: 1861-2010», en el que describe el trastorno por estrés postraumático.
«Dedicó mucho tiempo a ‘God of Carnage’ y lo extrañaba en pantalla», dijo Chase, el creador de » Los Soprano». «Está haciendo mucho trabajo ahora, pero creo que está tomándose un tiempo para bajar la temperatura».
Para Gandolfini, reunirse con Chase en «Not Fade Away» fue como «regresar a trabajar» en un pequeño plató después de «lo enorme» de «Los Soprano». Chase dice que el actor es «el primero en responder» a sus guiones.
«Lo principal que tenemos es que compartimos una cierta cantidad de disgusto por nosotros mismos y un buen sentido del humor», dijo Gandolfini. «Entendí el humor de David inmediatamente».
En «Not Fade Away», Gandolfini retoma algunas características de Tony Soprano —un patriarca de origen italiano que no está contento con su hijo— pero la película también lleva a momentos más tiernos que muestran la división entre las generaciones.
«Es el tiempo en el que te das cuenta, de pronto te das cuenta a medida que creces, que quizá tu padre no estaba ahí sólo para criarte, que él tenía sus propios sueños y cosas que quería hacer y que ha sacrificado», dijo Gandolfini, quien es padre de un hijo de 13 años, y con su segunda esposa, Deborah Lin, de una hija de 2 meses.
Gandolfini creció en Nueva Jersey; era hijo de un trabajador de construcción y de una encargada de comedor en una escuela. Sus orígenes humildes claramente influyeron en su actitud sobre la actuación, por momentos parece avergonzado de su profesión.
«La gente no sabe y no debe saber que trabajas increíblemente duro como actor», dijo. «Así que hablando en términos de mis orígenes de clase trabajadora, eso queda al parejo. Pero es una forma rara de ganarse la vida, ponerse en los zapatos de alguien más y pretender ser alguien más es, a medida que vas envejeciendo, aterrador de vez en cuando».