Tras el fracaso de la vasta operación lanzada para lograr la seguridad en la capital iraquí, Estados Unidos va a enviar 17.500 soldados adicionales con miras a intentar ganar la «batalla de Bagdad», aplicando la nueva doctrina de lucha contra la insurrección.
Sus colegas lo llaman «el rey David»: el general David Petraeus, de 54 años, ex comandante de la prestigiosa 101 división aerotransportada, dirigirá a las tropas estadounidenses en Irak. Así podrá poner en práctica el manual militar contra la insurrección, publicado en diciembre de 2006, del cual Petraeus es uno de los principales autores.
Sacando las lecciones de casi cuatro años de guerra en Irak, la nueva doctrina contradice numerosas tácticas empleadas hasta el momento por el ejército estadounidense.
«La victoria final, en las operaciones contra la insurrección, se obtiene protegiendo a la población, no a las propias fuerzas. Si los soldados se quedan en sus bases, pierden el contacto con la población, dan la impresión de que están asustados y dejan la iniciativa en manos de los insurgentes», proclama el nuevo manual.
Ahora bien, en Irak, los soldados estadounidenses están acuartelados en guarniciones semejantes a fortalezas de las que solamente salen cuando van en caravanas muy armadas, provocando la fuga de los vehículos civiles que se encuentran a su paso.
El empleo de la fuerza también es objeto de un análisis crítico. «La clave está en saber cuándo es necesario utilizar la fuerza y cuándo puede ser contraproducente», por los riesgos de «daños secundarios» (víctimas entre la población civil), y para no dar armas a la «propaganda» enemiga.
Se trata de una pequeña revolución cultural para un ejército que, con orgullo, llamó a su campaña de invasión de Irak en marzo de 2003 «choque y miedo», criticado incluso por sus aliados debido a su propensión al «gatillo fácil».
Pero de la teoría a la práctica hay una gran distancia, y el ejército estadounidense tiene poca experiencia en materia de lucha contra la insurrección, sobre todo en el medio urbano. Lo más importante es no repetir el asalto a Faluya, que casi fue reducida a cenizas en noviembre de 2004.
Por otro lado, tampoco es seguro que el general Petraeus vaya a disponer de los medios necesarios para poner en práctica sus propias recomendaciones. El presidente George W. Bush anunció el miércoles el envío de 21.500 militares para reforzar a los 132 mil que ya están presentes en el país.
Unos 17.500 serán desplegados en Bagdad, elevando a más de 35 mil el número de militares disponibles en la capital.
Pero el manual recuerda que «unos 20 soldados para mil habitantes es considerado como el mínimo requerido para operaciones antiguerrilleras», por lo que teniendo en cuenta los seis millones de habitantes de Bagdad, se necesitarían… unos 120 mil hombres.
Sin embargo, los estadounidenses estarán respaldados por fuerzas iraquíes reforzadas, de hasta 30 mil policías y 20 mil soldados, pero siguen lejos del resultado ideal, teniendo en cuenta que estos militares son poco fiables en combate y que la policía está infiltrada por las milicias chiitas.
El plan «Juntos adelante», lanzado en junio de 2006, fracasó por no disponer de suficientes hombres para aplicar la estrategia de «limpiar, mantener, construir».
Los soldados estadounidenses sólo disponían de algunos minutos para inspeccionar un edificio de varios pisos y su objetivo no era permanecer para «dominar» los barrios, haciendo casi imposible la fase de reconstrucción.
Los refuerzos anunciados de las tropas estadounidenses no son «suficientes» y llegan «demasiado tarde», comentó el ex comandante de la OTAN en Kosovo, el general americano Wesley Clark, estimado que «en Irak sería necesaria al menos una fuerza de 500.000 hombres».
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, advirtió hoy a los demócratas sobre el recorte de fondos para la guerra en Irak, y dijo que quienes se oponen a su nueva estrategia deben presentar una alternativa.
«Aquellos que se niegan a darle una oportunidad a este plan tienen la obligación de presentar una alternativa con mejores posibilidades de éxito. Oponerse a todo, al tiempo que se propone nada, es irresponsable», dijo el mandatario en su discurso de radio semanal.
Bush también minimizó la hostilidad de los demócratas, que ahora controlan el Congreso, y la de sus aliados republicanos, ya que algunos de los que rechazan la guerra en Irak han amenazado con recortar los gastos.
El presidente consideró su nuevo plan «una misión importante que determinará en gran parte el resultado en Irak» y advirtió que «nuestras valientes tropas no deben preguntarse si sus líderes en Washington les darán lo que necesitan».
«Cualquiera sean nuestras diferencias sobre estrategia y tácticas, todos tenemos el deber de asegurar que nuestros soldados tienen lo necesario para lograr el éxito», dijo el mandatario.
Algunos de los principales asesores de Bush, que buscaron apoyo para el plan en el Congreso, se encontraron con cuestionamientos hostiles y acusaciones de que la estrategia de la Casa Blanca es un error similar al que se produjo cuando se escaló la guerra en Vietnam.
«Reconocemos que muchos miembros del Congreso son escépticos. Algunos dicen que nuestro plan es en realidad más tropas para la misma estrategia. De hecho, tenemos una nueva estrategia para una nueva misión: salvaguardar la población, en especial en Bagdad. Nuestro plan pone a los iraquíes al frente», explicó el presidente.
Bush dijo que la nueva estrategia corrige fallidos esfuerzos para pacificar Bagdad al desplegar más soldados de Estados Unidos y de Irak, y darles más facilidades para detener la violencia.