Japón convenció el sábado a sus socios del Grupo de los Siete países más industrializados del mundo que no se ha dedicado a manipular su divisa dentro de un plan para sacar a la economía nipona de casi dos décadas de estancamiento.
Al concluir la reunión de dos días de los principales representantes financieros del G7 — Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Japón, Canadá y Gran Bretaña — los asistentes parecieron reconocer oficialmente que cada uno necesita fomentar su propio crecimiento económico equilibrando las medidas de austeridad con las políticas de expansión.
«Sigue habiendo el empeño de reducir los déficit presupuestarios pero ciertamente ha habido un cambio de tono», dijo el ministro de Hacienda francés Pierre Moscovici, al concluir el encuentro de dos días realizado a unos 89 kilómetros (50 millas) al noroeste de Londres.
La recuperación global de una recesión en los últimos años ha sido desigual. Mientras que la economía estadounidense, la mayor del mundo, parece tomar impulso, muchos países europeos se encuentran en recesión y llevan años sin crecimiento económico alguno, con profundos recortes de gasto y notables aumentos de los impuestos.
Japón, la tercera economía mundial, ha acaparado la atención mundial en los últimos meses, pues el nuevo gobierno del primer ministro Shinzo Abe ha iniciado una agresiva política de estímulo monetario para impulsar la economía, materialmente empantanada a principios de la década de 1990.
Una de las consecuencias de inyectar más dinero en la economía japonesa ha sido la notable caída del valor del yen. El jueves, el dólar subió por encima de los 100 yen, la primera vez en más de cuatro años. En diciembre el yen era cotizado a unos 80 por dólar.