Fútbol, deportes e inversión pública


El Campeonato Mundial de Fútbol y los Juegos Olí­mpicos acaparan la atención de medio mundo, en las horas en que se realizan y transmiten detienen las actividades de millones de personas.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

El deporte, con el fútbol a la cabeza, es algo que llama la atención de grandes y chicos; si todaví­a existieran los emperadores romanos, sin duda alguna serí­an sus principales patrocinadores. Los gobiernos, empezando por el nuestro, sienten un respiro durante el mes que se produce el Campeonato Mundial de Fútbol o los Juegos Olí­mpicos, porque no importando qué suceda no hay nada que compita con el atractivo de estos eventos.

 

Los constituyentes le otorgaron al deporte la sección sexta y los artí­culos 91 y 92, estableciendo una asignación presupuestaria privativa no menor del 3% del Presupuesto General de Ingresos Ordinarios del Estado, la cual, en números concretos implica más de Q200 millones anualmente.

 

De tal asignación el 50% se destina al sector del deporte federado a través de sus organismos rectores, el 25% a educación fí­sica, recreación y deportes escolares; y  el otro 25% al deporte no federado.

 

La autonomí­a del deporte se reconoce y garantiza constitucionalmente a través de sus organismos rectores: Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala y Comité Olí­mpico Guatemalteco, aceptando que tienen personalidad jurí­dica y patrimonio propio. Adicionalmente, se les otorga la exoneración del pago de toda clase de impuestos y arbitrios, todo ello hace que comparativamente se encuentren en las mejores condiciones para producir resultados.

 

A pesar de ello, la ciudadaní­a, los guatemaltecos en general no pueden decir que con todas esas ventajas y privilegios el deporte ha sobresalido. Si nos comparamos con Costa Rica, Honduras y El Salvador, con tristeza encontramos que Guatemala nunca ha logrado clasificar para participar en el Campeonato Mundial de Fútbol, hecho difí­cil de justificar por cuanto nuestra población es más de dos veces a la de los tres paí­ses centroamericanos mencionados y los recursos públicos que recibe el deporte son también muy superiores a los que se reciben en los paí­ses indicados.

 

Lo que sí­ se ha logrado es que los dirigentes y en parte sus familiares permanezcan años por años en los puestos y administración de los deportes y viajen a todas partes del mundo, sobresaliendo en su número y en su disfrute a comparación de los atletas que participan por parte de nuestro paí­s en las justas internacionales, hecho que indudablemente no deberí­a de producirse, incluso deberí­a ser tema de fiscalización por parte de los diputados que integran el Congreso de la República, especialmente de los que integran las denominadas comisiones de Deportes y de Finanzas, al igual que por la comisión que es responsable de la transparencia y ejecución del gasto público.

 

Interesante serí­a que de forma retroactiva la Contralorí­a General de Cuentas hiciera una auditorí­a y ella pudiese ser del conocimiento público, corroborando la forma en que los impuestos que se otorgan han sido utilizados, también serí­a conveniente analizar el motivo o la causa por la que los atletas de Cuba tienen tan alto rendimiento a nivel mundial y los nuestros no lo logran ni siquiera a nivel centroamericano.