Hace algunas semanas tuve la grata invitación de mi buen y querido amigo Manuel Villacorta, para que comentara su libro recientemente publicado, acto que se llevó a cabo en el edificio de la Cooperación Española en Antigua Guatemala.
La obra de Manuel viene a representar un aporte esencial para el estudio de la historia política de Guatemala, principalmente cuando la historia se hace bajo un análisis crítico de sus hechos, sus actores y sus hitos trascendentales. Primero, porque muchas veces se hace historia desde la descripción, método que no resulta negativo, pero cuando se hace desde la perspectiva del pensamiento crítico, permite contar con una interrelación más dinámica de la génesis, sucesos, actores y resultados, con lo cual el libro cobra una dimensión distinta y hace un aporte altamente apreciable al estudio de la realidad nacional. Segundo, nos conduce por el hilo conductor de la historia política hasta llevarnos prácticamente a la actualidad, con lo cual la mejor conclusión es que nos permite comprender mucho de por qué estamos como estamos.
Tres elementos constituyen los ejes esenciales del libro: Los fusiles, como la expresión más dolorosa de una historia que se ha resuelto por medio de golpes de Estado, la violencia en general y todavía hoy vemos con horror, que las diferencias se cobran por medio del asesinato y el sicariato demoledor. El racismo, como otra expresión lacerante de nuestra realidad, en donde a los pueblos originarios, no sólo se les esclavizó durante y después de la conquista, sino además se les marginó de sus bienes primarios como fue la tierra, pero peor aún, se les niega su innegable derecho a la igualdad, el reconocimiento de sus pueblos, orígenes y prácticas, y con mayor razón, cuando se les niega constantemente a su derecho, como todo ciudadano común y corriente, a una vida digna. Y la protesta, que significa el único medio que ha permitido a enormes grupos de población ser escuchados, pero también por utilizar la protesta como medio de expresión reconocido por la propia Constitución, también les valió a innumerables grupos de personas, el exilio, la cárcel y la persecución política, que incluso llegó a representar el asesinato o la desaparición. Estos elementos cortan transversalmente el desarrollo de la historia crítica que nos presenta Manuel en su libro y que constituyen los nodos contradictorios de un continuum que todavía hoy resentimos.
Algunos elementos que merecen destacarse por su rigor académico y su incontestable realismo, establecen que con los períodos de Estrada Cabrera y Ubico Castañeda, se funden el caudillismo con el despotismo como rasgos comunes del autoritarismo. La importancia de la primavera democrática y su lamentable regresión con la connivencia de las élites agroexportadoras los gringos, cuando la misma fue el momento del triunfo popular. La contrarrevolución significó la apertura de la más abominable violación de los derechos humanos, en el marco de un Ejército que se convirtió en Estado y que se enriqueció a través de este expediente durante años, incluso durante aquellos derivados del golpe de marzo del 82. La presencia de las élites no se puede obviar en el análisis del libro de Manuel y se evidencia lo reiterativo de su comportamiento, vigilando a los gobiernos y sin cambios en su actitud, sin comprender que las críticas son para debatir y no para antagonizar. Los movimientos populares, las iglesias y el contexto geopolítico son elementos analizados por Manuel en su libro de una forma profunda pero con gran capacidad de síntesis. En fin, el libro de Manuel Villacorta representa un aporte fundamental para comprender aún más la historia política del país, desde la perspectiva del pensamiento crítico y se aborda analíticamente y con rigurosidad académica. Felicitaciones Manuel, una obra que merece ser leída y debatida abiertamente.