Funeral bajo vigilancia


Miembros de la oposición cubana realizaron un funeral simbólico con la fotografí­a de Orlando Zapata. FOTO LA HORA: AFP ADALBERTO ROQUE

El preso polí­tico Orlando Zapata, quien murió tras una huelga de hambre de dos meses y medio, fue sepultado hoy en su pueblo Banes, 850 km al este de La Habana, bajo vigilancia de agentes de seguridad y arrestos domiciliarios, narró la madre del opositor, Rosa Tamayo.


Acompañada de decenas de opositores, Tamayo, de 60 años, encabezó el sepelio en un recorrido de pocos kilómetros desde su vivienda hasta el cementerio de Banes, adonde el cuerpo fue llevado en carro fúnebre.

«No murió de rodillas, murió de frente. La muerte de mi hijo me tiene que dar mucha fuerza, valor. Muchos hermanos (opositores) me acompañaron, pero hemos sido reprimidos y custodiados por los agentes de la seguridad del Estado hasta el último instante del recorrido», dijo conmocionada Tamayo en comunicación telefónica desde la provincia de Holguí­n.

Zapata, de 42 años, detenido en 2003 y quien cumplí­a una suma de 32 años de condenas por desacato a las autoridades, desorden y otros cargos, falleció el martes en un hospital de La Habana y su cuerpo fue trasladado a Banes.

En un hecho inusual, el presidente Raúl Castro lamentó el miércoles la muerte, negó la práctica de torturas en Cuba como -dijo- sí­ ocurre en la base estadounidense de Guantánamo (este de la isla) y responsabilizó a Washington, al que acusa de financiar a la oposición con 50 millones de dólares anuales.

«Lamentamos mucho esa muerte (…) en la cárcel tuvo problemas, entonces se lo internó en los mejores hospitales pero murió (…) En Cuba no se tortura ni se asesina», dijo Raúl Castro en un recorrido en el puerto de Mariel con su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien concluyó este jueves una visita a La Habana.

«No admito mensajes de Raúl Castro de condolencias para esta madre. Ustedes me asesinaron premeditamente a mi hijo», manifestó Tamayo, según la cual su casa estaba vigilada por decenas de agentes de seguridad.

Tras el deceso, más de 30 disidentes fueron detenidos temporalmente, muchos retenidos en sus casas. «Ha habido muchas detenciones, así­ el gobierno buscó desdibujar el funeral», dijo este jueves Elizardo Sánchez, de la ilegal Comisión de Derechos Humanos (CCDHRN).

La policí­a se apostó en los alrededores de la casa de Tamayo, la funeraria, el cementerio y la entrada al pueblo, relató a AFP Berta Soler, del grupo Damas de Blanco -esposas de prisioneros- y quien fue a Banes con otros opositores como Martha Beatriz Roque, para expresar condolencias.

Mientras en Banes fue el funeral, en La Habana algunos ex presos polí­ticos y opositores colocaron lazos negros en las puertas de sus casas y velas frente a la foto de Zapata, como en la vivienda de Laura Pollán, una de las lí­deres de las Damas de Blanco, donde se abrió un libro de condolencias, con 135 firmas hasta este jueves.

«Que esta atrocidad arroje luz sobre los presos de conciencia y por motivos polí­ticos que aún están en las cárceles cubanas», escribió en el libro la bloguera Yoani Sánchez.

Reconocido por Amnistí­a Internacional en su lista de 65 prisioneros de conciencia, de los 200 presos polí­ticos que según la disidencia existen en Cuba, Zapata es el primer preso polí­tico que muere en las cárceles de la isla desde que en 1972 falleció el disidente Pedro Luis Boitel, tras 53 dí­as en huelga de hambre.

La muerte motivó el reclamo de liberación de presos polí­ticos por parte del jefe del gobierno español José Luis Rodrí­guez Zapatero -cuyo paí­s preside la Unión Europea-, la secretaria de Estado Hillary Clinton, y los gobiernos de Francia y Canadá. De América Latina sólo reaccionó Lula, quien dijo lamentarla «profundamente».

El exilio cubano en Madrid y Miami condenó al gobierno, el parlamento checo guardó un minuto de silencio y el ex presidente polaco y Nobel de la Paz, Lech Walesa, instó a los a otros laureados «a emprender acciones comunes para presionar al régimen» cubano para que libere prisioneros «a causa de sus convicciones».

«Pido a los paí­ses que aprieten la mano, que no tengan concesión ni con Fidel ni con Raúl ni con toda su descendencia», manifestó Tamayo.

El gobierno rechaza que en Cuba existan presos polí­ticos y señala que quienes están detenidos afrontan cargos por actos contra la seguridad del Estado y de la población.

CONSECUENCIAS Arrestos


La muerte del preso polí­tico cubano Orlando Zapata tras 85 dí­as de huelga de hambre desembocó ayer en denuncias de arresto de disidentes y reclamos internacionales al gobierno de Raúl Castro, que lamentó el fallecimiento y responsabilizó a Estados Unidos.

Arrestado en 2003 y condenado a 32 de años por «desacato» y otros cargos, Zapata murió en un hospital de La Habana el martes y su cuerpo fue trasladado a Banes (850 km al este), provincia de Holguí­n, donde el funeral se realizará hoy a primera hora y hay fuerte presencia de la seguridad, según disidentes.

«No existen torturados, no hubo torturados, no hubo ejecución. Eso sucede en la base de Guantánamo», afirmó Raúl Castro, al «lamentar» el fallecimiento y asegurar que es un hecho resultado del conflicto con Estados Unidos, en un acto en el puerto de Mariel (a 50 km de La Habana) junto al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Pero la madre del opositor, Reina Tamayo, responsabilizó al gobierno. «Suplico a todo el que me escucha que ponga mano dura con Cuba (…) aquí­ no hay derechos humanos. Raúl Castro dándome las condolencias de la muerte de mi hijo. ¿Por qué antes de condolerse no le dio los beneficios que mi hijo le pedí­a para que no fuera un desastre fatal?», dijo a CNN la mujer, según la cual Banes estaba «sitiada».

Varios de los opositores viajaron a Banes y más de 30 opositores fueron detenidos temporalmente o retenidos en sus casas en distintos puntos de la isla para evitar que acudan al funeral de Zapata, reconocido por Amnistí­a Internacional como «prisionero de conciencia», según la agrupación cubana ilegal Comisión de Derechos Humanos (CCDHRN).

«Su muerte fue evitable y por lo tanto cualquier lamento del gobierno de Cuba al respecto nos parece pura hipocresí­a», dijo Elizardo Sánchez, portavoz de la entidad opositora.

Zapata, un albañil negro de 42 años, sin hijos ni esposa, fue arrestado en 2003 en un proceso paralelo al de 75 disidentes condenados a penas de hasta 28 años. Inicialmente recibió una pena de tres años, pero por protestas en prisión se aumentó a 32 años, según la disidencia.

En La Habana, ex presos polí­ticos y opositores se congregaron en casa de una de las lí­deres del grupo Damas de Blanco -esposas de prisioneros- en un «funeral simbólico» que mantendrán hasta que sea sepultado en Banes, y abrieron un libro de condolencias.

«Prácticamente lo han dejado morir, en un acto atroz por parte del gobierno cubano. La democracia está de luto», dijo en ese acto Carmelo Dí­az, del grupo de los 75.

La muerte motivó el reclamo de liberación de los presos polí­ticos por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. Además, el exilio cubano en España y Miami condenó al gobierno y Amnistí­a Internacional dijo que «es una terrible muestra de la continua represión polí­tica a los disidentes».

«Estamos profundamente consternados con su muerte en defensa de sus derechos y para alertar de la situación y la opresión de los presos polí­ticos», declaró la secretaria de Estado Hillary Clinton.

La muerte del opositor ocurrió cuando llegaba al paí­s Lula, a quien 50 presos polí­ticos pidieron en carta abierta que intercediera ante Raúl Castro por la liberación de los prisioneros y se interesara en el caso de Zapata.

«Lamento profundamente que una persona haya muerto por una huelga de hambre», dijo, en la única reacción de un gobierno de América Latina, el mandatario brasileño, que visitó a su amigo Fidel Castro, a quien dijo haber visto «bien».

El gobierno cubano no reconoce presos polí­ticos en Cuba -unos 200, según la CCDHRN- y los considera «mercenarios» a los que Estados Unidos destina 50 millones de dólares al año.

Un comentario publicado en el sitio oficialista Cubadebate.cu consideró a Zapata «un muerto útil» que «regocija a sus hipócritas dolientes». «La absoluta carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos», subrayó.

Zapata es el primer preso polí­tico que muere en las cárceles desde que en 1972 falleció el opositor Pedro Luis Boitel, tras 53 dí­as en huelga de hambre.