Fundadores de WhatsApp son distintos a otros


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WhatsApp no es la típica compañía incipiente en el Valle del Silicio. Los fundadores, Jan Koum, de 38 años, y Brian Acton, de 42, evitan la atención de los medios de prensa y son de mucho mayor edad que el típico exestudiante que abandonó la universidad y ahora es director general de ese tipo de firmas.

Por BARBARA ORTUTAY NUEVA YORK /Agencia AP

Y en una época en la que las compañías de redes sociales se están concentrando en anuncios publicitarios para generar ingresos, WhatsApp rechaza la idea de mostrar publicidad a los 450 millones de personas que usan su aplicación de mensajería móvil.

La enorme cantidad de 19 mil millones de dólares que Facebook va a pagar para quedarse con el servicio también es algo inusual, incluso a pesar de que otras empresas incipientes que aún no generan ingresos están siendo valuadas a precios elevadísimos.

Koum y Acton están en el centro del mayor acuerdo de adquisición de una compañía respaldada por capital de riesgo. ¿Cómo fue que dos exingenieros de Yahoo que presenciaron el auge — y desplome — de las empresas .com a finales de la década de 1990 crearon una aplicación de enorme popularidad e hicieron que Facebook parezca un poquito envejecida?

«Jan mantiene pegada en su escritorio una nota de Brian que dice: ‘¡No anuncios! ¡No juegos! ¡No trucos!’. Sirve como recordatorio diario del compromiso a mantenerse concentrados en crear una experiencia enfocada únicamente en mensajes», escribió Jim Goetz, socio de Sequoia Capital, en un mensaje de blog sobre el acuerdo de ayer. Sequoia es el único inversionista de capital de riesgo en WhatsApp. Koum, el director general de WhatsApp, nació en Ucrania y emigró a Estados Unidos cuando tenía 16 años. Acton nació en Michigan.

«Somos la compañía más atípica que uno pueda encontrar en el Valle del Silicio», le dijo Acton a la revista Wired en una entrevista en diciembre que será publicada el mes próximo en su edición británica. «Fuimos fundados por personas en sus treintas; estamos concentrados en la sustentabilidad del negocio y en la obtención de ingresos en lugar de crecer a gran tamaño rápidamente; hemos permanecido incógnitos casi todo el tiempo; estamos enfocados en los dispositivos móviles en primer lugar; y primero somos globales».

El par inició WhatsApp en el 2009, dos años después de dejar sus empleos en Yahoo Inc. y cinco años después de que Facebook comenzase en el dormitorio de Mark Zuckerberg en Harvard. El servicio es sencillo. La gente lo usa para enviar mensajes de texto, fotos o video a sus contactos, con lo cual evita cobros por mensajería y otras tarifas de las compañías de líneas telefónicas celulares.

«WhatsApp es simple, seguro y rápido. No requiere que te pases tiempo creando una nueva gráfica de tus relaciones. En lugar de ello emplea la que ya tienes. Las decisiones de Jan y Brian son alimentadas por el deseo de dejar que la gente se comunique sin interferencias», expresa Goetz, que junto con Sequoia va a ganar una jugosa suma por el acuerdo.

De la misma forma en que Zuckerberg lo hizo durante la etapa inicial de Facebook, los fundadores de WhatsApp no aceptan publicidad. Pero a diferencia de Facebook, que depende ahora de publicidad para obtener el grueso de sus ganancias, WhatsApp sigue sin anuncios.

Los usuarios que la descargan en sus teléfonos son recibidos por un enlace que dice «Por qué no vendemos anuncios». Dicho enlace conduce a una cita de Tyler Durden, el personaje de la novela «Fight Club», de 1996, que se opone al sistema. «La publicidad nos tiene ansiando autos y ropas, trabajando en empleos que odiamos para comprar (porquerías) que no necesitamos», reza el texto.