Un llamado a calmar la tensión e inaugurar una nueva etapa de amistad entre China y Japón –que acaban de salir de una grave crisis en sus relaciones– fue formulado el jueves por el primer ministro chino, Wen Jiabao, en una intervención ante el parlamento japonés.
Dirigiéndose a la Dieta, en la primera intervención de un jefe de gobierno chino desde hace 22 años ante parlamentarios japoneses, Wen afirmó que el pueblo chino debe «promover los vínculos de amistad con el pueblo japonés».
Wen recordó el delicado tema de la Segunda Guerra Mundial y afirmó que sólo se debe condenar a un puñado de dirigentes nipones por los crímenes cometidos por el ejército imperial durante la ocupación de China (entre 1931 y 1945) y no al pueblo nipón en su conjunto.
«La guerra causó también sufrimientos al pueblo japonés en general», agregó.
Los diferendos históricos sino-japoneses forman parte de las causas de la degradación de las relaciones entre ambos gigantes asiáticos durante el mandato del ex primer ministro nipón, Junichiro Koizumi (2001-2006), un populista de derecha que dejó el poder en septiembre de 2006.
Los repetidos peregrinajes de Koizumi al santuario de Yasukuni, símbolo del nacionalismo japonés, irritaron profundamente a Pekín.
Ante los parlamentarios nipones, Wen se abstuvo de referirse específicamente a ese tema y tampoco aludió a la polémica provocada recientemente por el primer ministro nipón, Shinzo Abe, cuando restó importancia al papel de Japón en la prostitución forzada de mujeres asiáticas durante el segundo conflicto mundial.
En todo caso, Tokio y Pekín son conscientes, según los analistas, de que sólo pueden obtener ganancias de un acercamiento que el mundo económico no cesa de promover y que coincide con el pleno auge de los intercambios económicos y las inversiones directas entre ambos países.
La visita de Wen a Japón, la primera de un alto dirigente chino desde 2000, constituye una nueva etapa del acercamiento diplomático entre los dos países, seis meses después del histórico viaje de Shinzo Abe a China.
«Si en octubre de 2006, la visita del primer ministro Abe rompió el hielo, quiero que mi viaje sea el del deshielo total» dijo Wen, quien más tarde fue recibido por el Emperador Akihito.
El dirigente chino hizo todo lo posible para que su mensaje llegase directamente a la opinión pública japonesa, yendo al encuentro del hombre de la calle durante un paseo matinal en Tokio, transmitido directamente por la televisión.
Vistiendo ropas deportivas negras con el logo de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, Wen, de 64 años, dio una vuelta a un parque de la capital japonesa, donde demostró sus habilidades en el Tai-chi, un arte marcial chino muy popular en Japón, y conversó con algunos transeúntes.
Si bien Wen dijo comprender la aspiración de Japón de jugar un papel más importante en la escena internacional, omitió mencionar expresamente la cuestión del asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, una de las prioridades que reclama la diplomacia japonesa.
Durante la reciente crisis, China se opuso al deseo de Tokio de obtener dicho estatus, aludiendo a que Japón no se arrepintió suficientemente de sus crímenes de guerra.
Por último, el Primer ministro chino llamó a solucionar pacíficamente el diferendo por los campos de gas que se disputan Pekín y Tokio en el mar de China oriental.