Funciona otra vez el fusible polí­tico


Siempre se ha dicho que los ministros son como los fusibles que se queman antes de que una crisis pueda quemar al propio mandatario y eso se confirma ahora con la remoción del ministro Francisco Jiménez, quien dejará el puesto luego de una breve gestión en la que lo más rescatable fue el nombramiento de las actuales autoridades superiores en la Policí­a Nacional Civil. La crisis en materia de seguridad fue hábilmente explotada durante la interpelación por la bancada del Partido Patriota en las postrimerí­as del año porque nadie podí­a dar respuestas adecuadas en medio de una situación tan crí­tica como la que se está sufriendo.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Los problemas del gobierno en ese campo son obvios. Para empezar, tuvieron que recurrir al Viceministro de Gobernación de Berger para que asumiera el despacho hace un año, evidenciando que no habí­a realmente un plan propio de seguridad ciudadana sino que apostaban por la continuidad del trabajo que vení­a realizando la señora Adela de Torrebiarte, actual candidata presidencial que cuenta con importantes apoyos aun en dependencias sumamente cercanas a la Presidencia de la República. A la muerte de Vinicio Gómez, a la fecha no esclarecida plenamente y sobre cuya causa sigue existiendo enorme duda, el designado fue Francisco Jiménez quien mantuvo un perfil bastante bajo y, repito, acertó en los nombramientos de la PNC que hasta hoy han avanzado en la depuración de la fuerza.

Pero eso resulta absolutamente insuficiente dada la magnitud del problema y es obvio que la ciudadaní­a espera resultados y que el Presidente prefirió hacer que funcionara el sistema de fusibles para limitar el daño a la cartera de Gobernación y a la figura misma del ministro Jiménez. El nombramiento de Salvador Gándara no sorprende porque se habí­a hablado de él desde enero del año pasado, no obstante que no habí­a sido parte de la UNE sino que vení­a de una larga militancia al lado de ílvaro Arzú de quien fue viceministro de Gobernación.

El reto para Gándara es, sin duda alguna, el mayor que ha tenido en su carrera pública iniciada en la Municipalidad de Guatemala porque si algo no tiene la población es esa paciencia que le pidió a la gente el presidente Colom hace unos cuantos meses. Y es absolutamente válida la reacción de la gente, porque cuando se trata de violencia e inseguridad no se puede pedir paciencia si estamos viendo que diariamente ocurren hechos de sangre que cobran valiosas vidas humanas.

En general el gabinete de Colom no tiene gran relieve y parece más bien chato. De esa cuenta los cambios tampoco constituyen algo de enorme trascendencia porque las figuras que van o vienen tampoco la tienen. Es obvio que nuestro caso no fue como el de Obama, quien se esmeró por buscar a las más prominentes figuras para que le ayuden a gobernar. Aquí­ los pocos espacios que dejaron los financistas fueron rellenados, en el mejor de los casos, por técnicos sin mayor colmillo polí­tico. Así­ las cosas, el relevo anunciado en el ministerio de Gobernación, repito, no constituye un cambio fundamental ni permite, por sí­ mismo, avizorar el rumbo del nuevo esfuerzo. Simplemente se quemó un fusible y llega otro cuya resistencia habrá que medir dentro de algunos meses.