Fuga de información


Varias son las instancias que operan al servicio de la impunidad y que hacen verdaderamente difí­cil administrar justicia en nuestro paí­s. Generalmente falla el proceso de investigación y allí­ mismo muere toda esperanza de esclarecer los hechos, pero cuando por presión polí­tica o por simple casualidad un hecho es investigado, entran a funcionar otros mecanismos que favorecen la impunidad y uno de los más socorridos es la fuga de información que facilita a los sindicados escapar sin tener que enfrentar procesos.


Hace pocas semanas fue el caso de los hermanos Valdez, quienes se beneficiaron de la fuga de información que les permitió poner tierra de por medio justo cuando salió la orden de captura en su contra. Y como han hecho los banqueros que andan prófugos, la fuga les permite seguir gozando de libertad no obstante la gravedad de las sindicaciones en su contra. Ahora ha sido el turno de Alfonso Portillo Cabrera, quien es buscado para cumplir con una solicitud de extradición planteada por Estados Unidos luego de establecer que bancos de ese paí­s fueron utilizados para lavar dinero sustraí­do del erario guatemalteco. El mismo sábado por la tarde todos los medios de comunicación del paí­s sabí­an con pelos y señales que se habí­an montado operativos para proceder a la ejecución de la orden de captura de Alfonso Portillo, lo cual obviamente fue filtrado con la intención de que le llegara aviso al dirigente polí­tico y así­ pudiera tomar sus medidas para librarse de la diligencia judicial. Se sabe que desde hace casi dos semanas la noticia habí­a sido filtrada a un medio escrito, lo cual no puede sino verse en el contexto de cómo funcionan los instrumentos de la impunidad en el paí­s y cuánto interés habí­a para que se conociera que la mano de la justicia se estaba acercando a la figura de ese dirigente polí­tico. En materia de corrupción, consideramos fundamental que se vea que existen mecanismos de investigación que pueden permitir la sindicación con prueba fehaciente en contra de quienes se aprovechan de su posición para enriquecerse ilí­citamente. Y bueno es que otros paí­ses investiguen la forma en que los polí­ticos manejan sus cuentas bancarias porque el dinero mal habido de todos modos tiene que pasar por esas instituciones en el proceso de su blanqueo. Ojalá que el mismo patrón en el caso Portillo sea utilizado al investigar la fortuna de otros ex presidentes guatemaltecos porque todos sabemos que no se trata de un caso aislado, sino de la constante del ejercicio del poder en nuestro paí­s y que varí­a el mayor o menor grado de sofisticación que hay en las formas de latrocinio.