Topadoras removían los escombros de las calles en barrios que fueron escenario de cruentas batallas en Homs hoy, después que las fuerzas del gobierno entraron por primera vez a los últimos reductos rebeldes como parte de un acuerdo que también permitía la partida de los combatientes opositores.
Sin embargo, otro aspecto del acuerdo estaba en suspenso: La partida del último grupo de rebeldes, unos 300, fue suspendida cuando combatientes opositores en el norte de Siria impidieron el arribo de ayuda a poblaciones progubernamentales asediadas.
El envío de ayuda a las comunidades de Nubul y Zahra en la provincia de Alepo era parte del acuerdo que otorgaba salvoconducto a los rebeldes que quedaban en Homs.
Unos 1.700 combatientes salieron de Homs desde el miércoles, bajo el acuerdo negociado entre el gobierno y la oposición. La retirada, que puso fin a una batalla de dos años por la tercera ciudad del país, significó una victoria importante para el presidente Bashar Assad en la guerra civil.
Fue un golpe brutal, tanto simbólica como estratégicamente, para los rebeldes. El acuerdo le dio a Assad el control de la ciudad llamada «capital de la revolución», un centro geográfico desde el cual puede lanzar ofensivas al territorio rebelde en el norte.
El gobernador de Homs, Talal Barazi, dijo que unidades de ingenieros recorrían los barrios viejos de la ciudad, entre ellos el antiguo reducto rebelde de Hamidiya, en busca de minas y otros explosivos.
Unas pocas personas se aventuraban a entrar en Hamidiya, un barrio de mayoría cristiana, en busca de sus pertenencias.
Imad Nanaa, de 52 años, regresó a comprobar el estado de su vivienda por primera vez en tres años. Milagrosamente, estaba casi intacta, en comparación con otras que mostraban ventanas rotas y muebles dañados.
El hombre dijo que esperaba regresar con su familia apenas el ejército lo permitiera. «Este acuerdo nos ha salvado de mayor derramamiento de sangre y destrucción», dijo.