Las fuerzas de seguridad iraquíes consiguieron en Bagdad éxitos que le dan al gobierno mayor estabilidad, aunque su capacidad de garantizar el orden a escala nacional sigue siendo dudosa, incluso para Estados Unidos, que ha descartado una retirada masiva de sus tropas.
El presidente George W. Bush, cuyo mandato concluirá en enero, se muestra satisfecho por la mejoría de la situación de la seguridad en Irak, y anunciará hoy una reducción del número de efectivos estadounidenses desplegados en ese país.
Pero la reducción será mínima -apenas 8.000 efectivos de un total de 144.000- en una muestra clara de prudencia por parte de la Casa Blanca ante una estabilización juzgada aún frágil.
La decisión se anuncia en momentos en que Washington y Bagdad dan los últimos retoques al polémico acuerdo que determinará las atribuciones de las tropas estadounidenses después del 31 de diciembre, cuando concluya el mandato, definido por la ONU, de las fuerzas internacionales en Irak (integradas en un 95%% por efectivos norteamericanos).
El primer ministro iraquí Nuri al Maliki reclamó recientemente un calendario para la retirada completa de las tropas estadounidenses, que entraron al país en 2003 para derrocar al régimen de Saddam Hussein.
Según negociadores iraquíes, las dos partes convinieron en que la evacuación debe finalizar a fines de 2011.
Maliki se siente reforzado por los éxitos militares obtenidos este año por sus tropas, gracias a los cuales la violencia llegó a su mínimo nivel desde hace cuatro años.
«Hace apenas ocho meses, recomendábamos desmantelar la policía nacional» por corrupción e ineficacia, admite el general estadounidense Frank Helmick, a cargo de la formación de las fuerzas iraquíes. «Pero el cambio fue notorio, y ahora (ese cuerpo) encarna una fuerza agresiva», apunta.
Los ministerios del Interior y de Defensa iraquíes ganaron prestigio y se refuerzan, después de sus victorias en Basora (sur) y en Bagdad contra el poderoso Ejército del Mahdi, la milicia del clérico radical chiita Moqtada Sadr.
El ministerio del Interior tiene oficialmente a sus órdenes a unos 560.000 policías, a sus ojos suficientes para hacer frente a la principal amenaza interna, los atentados de la red islamista Al Qaida.
El ministerio de Defensa espera elevar de 260.000 a 300.000 el número de soldados alistados en las Fuerzas Armadas, y negocia actualmente con el extranjero la compra de equipos militares modernos, de fusiles de asalto M-16 y de aviones caza F-16.
«Queremos que nuestros objetivos sean alcanzados en 2009», para llegar «en 2020» a constituir un ejército «comparable con el de nuestros vecinos», dice el general Mohammed al Askari, portavoz de ese ministerio.
Estados Unidos señala sin embargo que pese a esos avances, los iraquíes aún no están en condiciones de asumir por sí mismos la seguridad de su país.
Eso ocurrirá en función de «las condiciones en el terreno», dice eludiendo dar precisiones el portavoz del ejército estadounidense,
El ejército estadounidense ya traspasó a las fuerzas iraquíes el control de 11 de las 18 provincias del país, en las cuales las tropas norteamericanas deben limitarse oficialmente a un papel de supervisión y auxilio.
Las fuerzas iraquíes recibieron en varias de esas provincias el eficaz respaldo de unos 100.000 «sahwas», ex insurgentes sunitas que cambiaron de bando y ahora combaten a Al Qaida.
Pero la capacidad de las fuerzas iraquíes sigue siendo incierta en las tareas de seguridad en las siete provincias restantes, y sobre todo en Diyala (centro) y Nínive (norte), dos bastiones de Al Qaida.
«Nuestra misión es a la vez de formación y de anti-insurgencia. Construimos el avión mientras lo hacemos volar», resume el almirante Driscoll.
Muchos dirigentes iraquíes son más optimistas, como el general Askari, que considera que los efectivos nacionales son capaces de «resguardar la unidad deL país».
Con más realismo, el general Alí Gedan, comandante en jefe del ejército de tierra iraquí, calcula que sus tropas estarán «listas en 2011» para asumir esas tareas.