Fuerte pulso por salario mí­nimo


Tal posición presentan las partes. Un fuerte pulso entre las eternas posiciones diametralmente opuestas, así­ caracterizadas. Entre el capital y el trabajo siempre ocurren acciones que tiran hacia rumbos diferentes por naturaleza. El caso enfrenta de hecho sindicalistas y empresarios, en búsqueda de nuevo salario mí­nimo.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

De tomarse en cuenta las alzas indetenibles de la canasta básica, aparte de restantes servicios, bienes y productos en general, el salario es incapaz de alcanzar. De ahí­, en términos razonables, atendibles y convenientes resulta impostergable una revisión con miras a la deseable mejorí­a.

En muchas ocasiones con ese fin primordial se enredan en discuciones bizantinas que orillan a la acentuación de las diferencias. Ahora como antes las cosas tienen otra edición. Pero en un ambiente de tensión y grandes expectativas como prevalece no es fácil que ambas partes cedan con espí­ritu de mutuo entendimiento.

Resulta al cabo articular consensos una dificultad enorme, tras discurrir horas de horas en torno al candente tema. Si algo no cambia en el medio es la dificultad del diálogo, limar asperezas y obviamente arribar al puerto seguro. Cuantas ocasiones sólo pasan a formar la larga historia existente.

Por supuesto que no radica únicamente en las diferencias individuales el obstáculo que entorpece las pláticas en mención. Los intereses de cada una de las partes en diálogo a veces de sordo, no prosperan. Radica en falta evidente de voluntad polí­tica con ribetes pétreos cuyo perfil define comportamientos radicales.

Aún después de la firma de la Paz persiste en el ánimo de los connacionales cierto ingrediente de desconfianza, poca disposición a la reconciliación. Empero en aras de nacionalismo se deben concretar acciones diferentes. Concordia, que en pro del engrandecimiento de Guatemala todos pueden y deben deponer posiciones a ultranza.

Hora es ya por consiguiente de demostrar en base a un antiguo señalamiento popular que «hablando se entiende la gente». Nuestra problemática por muy aguda que sea, somos los propios connacionales quienes estamos obligados a resolver. Las negociaciones entre las partes ameritan un final deseable.

El empecinamiento trasnochado a nada bueno conduce, sólo alimenta discordias negativas, fruto de pasadas épocas responsables de mirarnos como enemigos. En pleno siglo XXI son otras las tendencias, digans de emular a todos costa en búsqueda también del factor anhelado: el bien común.

Viene a ser claro, inclusive natural que las partes buscadoras de la fijación del salario mí­nimo, en momentos se orillen cada una por su lado. De esa suerte el sector empresarial y sindicatos conformantes de las comisiones paritarias se alejan y disientan en cuanto a sus criterios al respecto.

Los empresarios se oponen a incrementar el aludido salario mí­nimo, lejos que sea mediante decretos gubernamentales tienen diferente parecer. Sobre el particular opinan se produzca a través de productividad y competitividad. De nuevo tienden a defender con esos principios sus intereses tradicionales.

Por su parte las comisiones conformadas por sindicalistas, entendemos no tienden con ello demostrar la lucha de clases, por muchos temidas en el pasado. Solicitan un aumento del 50% al salario mí­nimo que en todo caso dejan en manos del presidente Berger determinarlo. De lo contrario hasta en enero quedarí­a también la brasa al ingeniero Colom. Lo toman o lo dejan.