En el ejercicio de la libre emisión del pensamiento es común en cualquier país del mundo que se publiquen informaciones provenientes de fuentes anónimas que las filtran sin asumir la responsabilidad, sea porque temen por su seguridad personal o simplemente porque buscan defender su empleo. Se trata, generalmente, de personas que tienen acceso a información confidencial sobre hechos de interés público y corresponde a los medios de prensa y su personal decidir si las mismas son confiables y merecen ser publicadas.
Recientemente La Hora tuvo acceso a un informe confidencial sobre la situación existente en los presidios del país, tema que constituye una de las grandes preocupaciones de la sociedad guatemalteca porque todos sabemos que el control de los centros de detención está más en manos de los reclusos que de las autoridades y se sabe de contubernios existentes entre autoridades y quienes desde adentro de las prisiones manejan poderosos grupos que tienen incidencia en el tema de la inseguridad que nos agobia a los habitantes del país.
Lo que sabemos es que una fuente anónima trasladó detalles de un informe confidencial de la Dirección General de Presidios a personal de nuestra redacción y específicamente planteó la necesidad de mantener su anonimato por razones de seguridad y por considerar que su misma vida estaba en serio peligro si se le llegaba a identificar. En casos de esta naturaleza consideramos que es fundamental cumplir con ese requisito que se plantea y es norma en La Hora no indagar más que lo absolutamente indispensable para verificar la veracidad de la fuente y su confiabilidad, pero sin pretender nada más que eso, porque sabemos que no se puede jugar con la vida de una persona que está tratando de contribuir, aunque sea en forma anónima, a que se conozcan situaciones dañinas para el país y su institucionalidad.
Esta semana el Ministerio Público y la fiscalía especial de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala citaron a una reportera de La Hora para demandar que les diera detalles sobre su fuente de información, petición a la que no pudo acceder precisamente por ese cuidado que hay para no tener detalles que puedan poner en peligro a la fuente. Sin embargo, el más agresivo de los investigadores extranjeros insistió en que tenían informes sobre los correos electrónicos de la reportera y eso nos parece inaceptable en el sentido de que evidencia que existe intercepción de sus comunicaciones privadas.
Lo que hemos publicado es lo que sabemos y precisamente por esas publicaciones es que hay investigaciones, pero corresponde a los fiscales e investigadores hacer su trabajo a partir del aporte que hacen los medios divulgando hechos y situaciones que llegan a su conocimiento.
La condición expresa de anonimato, por razón de seguridad y temor a perder la vida, no puede ni debe ser nunca traicionada.
Minutero:
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