¿Fue Vinicio el Salinas guatemalteco?


En 1986 se inauguraba en Guatemala un nuevo perí­odo en la farsa que en Guatemala se llama «proceso democrático». Un proceso que 24 años más tarde, sigue siendo tan proceso como en 1986, sin que el paí­s encuentre una ruta verdadera que le haga despegarse de ese deshonroso penúltimo lugar en desarrollo entre los paí­ses de la América Latina. No puedo olvidar el pensamiento de ese sagaz polí­tico (y de familia de polí­ticos) estadounidenses, que desde 1925, pronosticara el derrumbe y entrega de los Estados Unidos de México a los intereses extranjeros.

Carlos E. Wer

No puedo olvidar el que su agudo sentido de la realidad y conocimiento de nuestra idiosincrasia latina, le llevara a asegurar que la forma más fácil de someter nuestros paí­ses a los intereses de su paí­s, no lo era enfrentándose a ellos, sino en preparar a los jóvenes ambiciosos en el conocimiento y convivencia con los «valores americanos», para lograr sus objetivos. ¿Cinismo o simple y sencillamente aguda percepción de la realidad?

Cualquiera de estas condiciones que fuera la que se contestara como correcta, la verdad es ultimadamente que resultó, no solo eficaz, sino eficiente. Y Richard Lansing, Secretario de Estado de los Estados Unidos durante la presidencia de Woodrow Wilson, quien con su pronunciamiento, elaborara una praxis táctica de alcance internacional imperialista, que intentara «cerrar el cí­rculo» con la pretendida implementación continental del ALCA.

Es necesario conocer el contenido del pensamiento de este polí­tico estadounidense que dejó estampada prácticamente la realidad polí­tica de la mayorí­a de los paí­ses de nuestra América Latina al expresar:

«México es un paí­s extraordinariamente fácil de dominar porque basta controlar a un solo hombre: el Presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevarí­a otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros.»

Harvard, Yale, Stanford, han sido el semillero de muchos de los estudiantes que alcanzando el poder aupados por los organismos y entidades estadounidenses, se entregaron a los intereses estadounidenses, arrastrando consigo a aquellos que nacionales juraron servir.

En México, Salinas de Gortari, Zedillo y un ejército que les ha acompañado. Richard Nixon, abre la compuesta educativa en 1962, con un programa masivo de becas a estudiantes latinos. Y un poco más adelante, en 1970, rompe con el tratado que le daba vida a las relaciones económicas del mundo (El Tratado de Breton Woods) e impone unilateralmente a la moneda del águila calva, como el referente mundial, abriendo el espacio para que la especulación financiera permitiera el saqueo de las riquezas del mundo, bajo la égida de las ojivas atómicas.

En 1982, se implementó el Proyecto Democracia, mediante el cual nuestros paí­ses acuden, como en una fiesta llamada cí­vica, a responder al llamado de los medios a «cumplir con el deber ciudadano de ¿elegir?» a sus autoridades, mientras nada cambia. La miseria, el atraso, el hambre, la ignorancia siguen en aumento.

La «democracia» en nuestra tierra, inició su «proceso» en 1986 con Vinicio Cerezo, el hombre que lo tuvo todo para gobernar a favor del paí­s. Apoyo popular, apoyo internacional, una organización que prometí­a transformaciones importantes, pero que escogiera para él y sus cercanos el camino de la «dolce vita». Abriendo el camino a las privatizaciones (que ciertamente eran órdenes de «arriba» hablando geográficamente), pero que les permitió asegurar su futuro, quedando amarrados a las ganancias de ellas.

¿Podemos hablar de democracia?