Fue un momento histórico para Guatemala, más allá de los resultados


Ewa Werner, embajadora de Suecia en Guatemala, analiza la participación de la mujer en las elecciones y la polí­tica.

Redacción Kátin
visionelectoral@akatin.com

Ewa Werner, embajadora de Suecia en Guatemala y promotora de la iniciativa «Más Mujeres, mejor Polí­tica» que busca fortalecer la participación de la mujer guatemalteca en este ámbito, analizó para Visión Electoral los resultados de las elecciones. Opinó que la presencia de dos candidaturas femeninas en los binomios presidenciales constituye «un momento histórico más allá de los resultados» y agregó que «la mayor presencia de las mujeres candidatas, es un tema clave y de ahí­ sólo se puede avanzar, no se puede ir para atrás». La diplomática explicó que en su paí­s la participación femenina es muy alta y está promovida por un conjunto de leyes que establecen los derechos de la mujer, entre ellas, la de Salud Reproductiva.

¿Por qué la democracia necesita de la participación equitativa de hombres y mujeres?

Porque hombres y mujeres tienen diferentes experiencias de vida, entonces es necesario la participación y el aporte de ambos para mejorar la calidad de la democracia.

¿Cómo percibió la participación polí­tica de las mujeres en nuestro paí­s, luego de conocerse los resultados de las pasadas elecciones del 9 de septiembre?

A lo interno de los partidos polí­ticos, creo que todaví­a hay muchas dificultades para que las mujeres tengan un lugar y una influencia. Hay mujeres muy valientes que están participando y que están contribuyendo mucho. No hay una polí­tica clara de ningún partido por trabajar esto de una forma más estructurada y consecuente. Pero he notado algo interesante en esta campaña, y es que se dio más espacio en los medios de comunicación a la participación polí­tica de las mujeres. Creo que a la larga, esto influye en los partidos polí­ticos. Tal vez no influyó tanto en los resultados electorales, pero creo que es un punto donde no es posible retroceder más. La única posibilidad es la de avanzar.

Durante estas elecciones se presentaron, por primera vez, una mujer indí­gena y una mujer feminista en dos binomios presidenciales, me refiero a Rigoberta Menchú, de Encuentro por Guatemala/ Winaq, y a Walda Barrios de URNG/Maiz. También hubo un número mayor de mujeres candidatas a otros puestos de elección popular. ¿Qué lectura le da usted a esta participación, aún cuando los resultados no fueron satisfactorios?

Fue un momento histórico en Guatemala en cuanto a la participación de la mujer, independientemente de los resultados. Se ha hecho visible la posibilidad que una mujer con estas diferentes caracterí­sticas sí­ puede ser candidata. Yo creo que las otras candidatas también han sido muy valientes y han mostrado un camino, ahora hay que seguir trabajando y luchando por esto.

Seguir este camino es difí­cil en una sociedad como la guatemalteca en donde hay rasgos claros de machismo y racismo. ¿Le parece que las cosas podrí­an cambiar de seguirse esta senda de participación?

Creo que sí­. Hay que tomar en consideración que la democracia en Guatemala, si pensamos en esta última etapa de los Acuerdos de Paz y de 1985 después de la primera elección democrática, es bastante joven. Además, parece que hasta ahora los candidatos tienen que probar una, dos o tres veces hasta obtener los mejores resultados. Eso es algo que no puedo explicar, pero por lo que he aprendido, la historia ha sido siempre así­. Para los hombres candidatos también. Eso no se puede usar como un argumento en contra.

Fuera del ámbito de los partidos polí­ticos, ¿cómo percibe la votación del electorado femenino con respecto a las mujeres candidatas?

Es un poco difí­cil analizar, porque creo que no hay una conciencia que el voto es también un acto importante para influir en posibles cambios, en relación a la participación de la mujer y la equidad de género. Es mi impresión que no se percibe que para eso se puede utilizar el voto, no solamente para una orientación especí­fica polí­tica.

En la actualidad hay ocho mujeres alcaldesas, sin embargo, en estas elecciones el número se redujo a seis. ¿Le parece que una Ley de Cuotas permitirí­a romper este proceso histórico de exclusión de la mujer en la polí­tica?

Creo que sí­ serí­a factible una Ley de Cuotas, y la experiencia de muchos paí­ses latinoamericanos muestra eso muy claramente. Aquí­ mejoró el nivel de participación en el Congreso con un 12%, aunque todaví­a está muy por debajo de todos los promedios mundiales, que se sitúan entre un 16 y un 19%, dependiendo de la región. Es una brecha muy grande, y no se logrará disminuir si sólo esperamos que se abra camino con los años y poco a poco, porque entonces, con esa velocidad, se demorará cien años para lograr llegar al promedio mundial actual.

El resultado en el área municipal, habrí­a que analizarlo más, pero creo que tiene que ver con cómo se ubicaron las mujeres en las listas, porque sí­ hubo más candidatas. Creo que los partidos sintieron la presión del movimiento de las mujeres en Guatemala. Pero no fueron ubicadas en las listas como para ganar los puestos. Una Ley de Cuotas, tiene que considerar no sólo el hecho de la postulación de mujeres, sino también las posibilidades reales para ser electas de verdad.

¿Ayudarí­a en algo que el Gabinete del futuro Gobierno fuera paritario?

Sí­. Los Gabinetes paritarios traen muchas enseñanzas. Las experiencias más cercanas en paí­ses como Chile, muestran eso muy claramente. Se ganarí­a mucho tiempo y mucho espacio, y mandarí­a una señal muy clara a toda la sociedad, que la igualdad de género es un hecho en este paí­s. También ayudarí­a a cambiar las polí­ticas públicas.

Mirando al mundo y a Suecia

¿Qué experiencias exitosas hay de cómo las mujeres han cambiado positivamente las polí­ticas públicas, por ejemplo en la pobreza y el desarrollo?

Hay experiencias muy interesantes. Es un hecho en el tema de la corrupción, comprobado por el Banco Mundial, que las mujeres somos menos corruptas, por ejemplo. También en otros sectores de la sociedad como en la economí­a, se sabe que cuando se da un crédito a la mujer, ella devuelve religiosamente cada centavo del crédito y de los intereses. Hay muchas lecciones que muestran que vale la pena.

¿Qué porcentaje de mujeres participan en Suecia en los puestos de decisión a la hora de legislar y de hacer gobierno?

En el parlamento un 48% son mujeres y en el Gobierno poco menos de la mitad. A nivel de municipalidades, la verdad es que no tengo los datos, pero hay un equilibrio bastante grande en las juntas.

Hablemos de la Ley de Igualdad de Género que se promueve en Suecia. ¿De qué se trata y cuáles son sus puntos fundamentales?

Hay cuatro metas principales que después rigen todo lo que tiene que ver con presupuestos y planes. La primera, es lograr una división equitativa de poder y participación en todas las esferas polí­ticas y sociales. La segunda, en Suecia se trabaja mucho el derecho de tener el mismo sueldo por el mismo trabajo, hay un seguimiento permanente sobre esto. Todaví­a hay una pequeña diferencia entre los hombres y las mujeres en el mismo puesto. La tercera meta es tener una distribución más equitativa en el trabajo no remunerado dentro de la familia. Aquí­ también hay un desbalance, porque la mujer todaví­a hace más trabajo en la casa. La cuarta, que es muy importante, es que la violencia de los hombres contra las mujeres tiene que terminar. A estos cuatro objetivos se les da seguimiento a través de un Procurador de Igualdad de Género, que mira el desarrollo de los sueldos, y la distribución del tiempo no remunerado entre hombres y mujeres. Eso se puede hacer porque tenemos una muy buena estadí­stica, la información pública es confiable. Las instancias departamentales tienen que hacer planes de igualdad de género para su departamento geográfico. En cada lugar de trabajo tiene que haber un plan de igualdad y si no, la empresa, el ministerio o las agencias son multadas.

Volviendo al tema polí­tico. En algunos paí­ses de América Latina como Argentina, Chile y Uruguay las mujeres parlamentarias, aunque sean de diferentes partidos polí­ticos, trabajan conjuntamente para lograr la aprobación de leyes en beneficio de las mujeres y los sectores excluidos. ¿Se ha dado un trabajo de esta naturaleza en Suecia?

Se ha dado no solamente en el Parlamento, sino en todos los niveles. Ha sido una experiencia bastante rica el trabajar sobre ejes transversales de manera conjunta. En Guatemala es algo que serí­a muy interesante para el Congreso probar esta forma de trabajo en ciertos temas donde las mujeres tienen intereses comunes. Pienso, por ejemplo, en el tema de adopciones, que podrí­a tener más impacto y mejores resultados si se trabaja de esta manera.

Salvando las diferencias entre su paí­s y el nuestro. ¿Cuáles son las lecciones aprendidas de la sociedad sueca, en materia de participación polí­tica de las mujeres, que podrí­amos tomar en cuenta en Guatemala?

Hay muchas lecciones aprendidas, pero para destacar dos generales, que no sólo tienen que ver con la participación polí­tica, sino con el rol general de la mujer en la sociedad. Una es la importancia de la independencia económica. El hecho que todas las mujeres participan en el mercado laboral a través de un trabajo, significa que tienen una independencia económica y eso se traduce en otras áreas con un sentido de independencia sobre sus lazos familiares. Estoy convencida que esto ha tenido una gran importancia para la participación polí­tica y cultural de la mujer. La segunda lección tiene que ver con los derechos sexuales y reproductivos. El hecho que la mujer en Suecia ha podido tomar estas decisiones, y tener la libertad de opciones, ha contribuido a la independencia de la mujer. Estos son dos de los mejores ejemplos.

¿Qué alcance tiene en Suecia la ley sobre los derechos sexuales y reproductivos?

Hay una ley de aborto libre, por ejemplo. Hay un derecho de elegir cuándo ser madre, que creo que es lo fundamental. También existe consejerí­a para los jóvenes sobre este tema.

Sobre los feminicidios: «Mi impresión es que la mujer tiene menos valor para la sociedad, y por eso mismo, no se investigan los asesinatos».

Sobre la mujer y la polí­tica: «La presencia de la mujer en la polí­tica es un punto donde no es posible retroceder más. La única posibilidad es la de avanzar».

«La guerra sigue de otra forma»

Sobre la violencia que se vive en el paí­s y el feminicidio, la embajadora de Suecia en Guatemala, Ewa Werner, expresó su preocupación por la cantidad de personas asesinadas. Las cifras alcanzan las de un paí­s en guerra, sostuvo la diplomática, quien a la vez, manifestó la importancia que, para el combate a la impunidad, tendrá la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala ?CICIG.

«La situación de violencia en Guatemala es terrible. Hay un nivel de asesinatos que se puede comparar con la cantidad de ví­ctimas que tiene una guerra civil en cualquier paí­s», afirmó.

«De algún modo, sigue la guerra pero de otra forma, si contamos el número de ví­ctimas. Creo que hay varias cosas que hay que corregir. Una es la impunidad en general, igual de grave para las ví­ctimas que son hombres. El alto nivel de impunidad, casi total cuando se trata de homicidios, tiene que ser una prioridad muy grande para el nuevo Gobierno» señaló la embajadora Werner.

A su criterio, la CICIG está creada para aportar en este tema. «Esto va a tocar el feminicidio y la violencia contra la mujer. Tendrá resultados, pero no es suficiente para terminar con la violencia hacia la mujer», sostuvo. «Hay toda una cultura muy violenta, que se ve en la televisión y hasta en los juegos. La cultura de violencia afecta más a la mujer que al hombre. Mi impresión es que la mujer tiene menos valor para la sociedad, y por eso mismo no se investigan los asesinatos. Si una mujer es asesinada no se investiga si hubo violencia sexual», finalizó.

«Participación al mismo nivel»

Sobre la equidad en la participación polí­tica entre hombres y mujeres; y la afirmación de algunos sectores acerca de que fortalecer las candidaturas y la toma de decisión por parte de las mujeres, provocarí­a discriminación para los hombres, la embajadora de Suecia en Guatemala, Ewa Werner expresó: «En absoluto. Esto es muy importante de subrayar. El movimiento de la mujer en Suecia, siempre ha sabido dejar claro que las reivindicaciones femeninas no son en contra del hombre. Lo que queremos es trabajar junto con el hombre; en el mismo nivel».

La diplomática también sostuvo que con la participación de las mujeres, los hombres ganan mucho para sí­ mismos, porque las mujeres promueven la inclusión y el desarrollo integral.