Frutos de compasión en Tecpán


Eduardo_Villatoro

En medio de la vorágine de violencia criminal, la crisis hospitalaria, la voracidad desenfrenada de los más opulentos y las vergonzosas actuaciones de diputados al Congreso, entre otras miserias humanas, también hay luces de esperanza fraterna y de amor a los semejantes que levantan el ánimo y la confianza en los seres humanos.

Eduardo Villatoro


La tarde del jueves recibimos con mi mujer la visita del joven abogado quetzalteco Jorge Granados Mancio, amigo mío que me honró en designarme su padrino de graduación, siempre enrolado en causas nobles y altruistas, para presentarme al canadiense Gregorio Kemp, un hombre sesentón, alto y delgado, de barba y cabellera blanqueada por los años, e imbuido de desbordante amor por los niños guatemaltecos abandonados y de motivador entusiasmo para acudir en su auxilio.
 
Los dos con Magnolia y en torno a sendas tazas de café y degustando tamalitos de chipilín y de elote, conversamos –mejor dicho, nosotros escuchamos y preguntamos– en torno a sus planes para convertir en realidad el proyecto “Somos, aldea para niños”, que está en su inicial fase de construcción en Chivarabal, un bello paraje ubicado cerca de Tecpán, Chimaltenango, bajo la supervisión de Compassion Fruit Society (Frutos de Compasión), una organización filantrópica fundada en su ciudad natal de la Columbia Británica, al oeste de Canadá.
 
El área comprende 85 manzanas de extensión, donde, para comenzar, serán construidas 7 casas para igual número de hogares, contando cada una con 4 habitaciones, 2 baños, sala, comedor y cocina, aparte de un centro de cómputo de uso común, un pequeño anfiteatro para cupo de 200 personas, donde se realizarán actividades recreativas y artístico culturales, y la casa donde vivirán Gregorio (no le agrada que le digan Gregory) y su esposa Alicia Knox, quienes son padres de ocho hijos y abuelos de numerosos nietos que radican en su país de origen.
 
Cada uno de los hogares estará bajo el cuidado de madres sustitutas guatemaltecas, y para preservar y proteger el medio ambiente las viviendas se construyen con lo que Gregorio llama “súper-adobe”, “eco-ladrillos” y bambú, utilizará energía alternativa y para que sea “eco-sostenible” se basará en agricultura orgánica y huertos frutales.
 
La técnica del eco-ladrillo consiste en construir paredes a base de botellas de agua gaseosa desechables, que son rellenadas con envoltorios plásticos de dulces, chicles, galletas y otra clase de golosinas y víveres que los guatemaltecos suelen botar en botes de basura de escuelas, colegios, casas, empresas y otras  instituciones. Para edificar una vivienda se requiere de 7 mil eco-ladrillos, y de ahí que Gregorio, Alicia y sus colaboradores esperan el apoyo de familias de Guatemala, incluyendo a chicos y adultos, en el sentido de que en vez de tirar las envolturas las utilicen para rellenar los frascos de sodas, a fin de lograr totalizar alrededor de 40 mil ó 45 mil eco-ladrillos.
 
Al margen del apoyo micro financiero que recibirán de familias de clase media de Vancouver y otras ciudades y poblaciones de la Columbia Británica, “Somos, aldea para niños” ruega la ayuda de los guatemaltecos, consistente en cemento, arena, piedrín, madera, hierro, productos de ferretería, herramientas, techado, sistemas de riego, paneles solares, puertas, ventanas y tractores pequeños, así como trabajo de voluntariado.
  
(Para más y mejor información mi amigo Romualdo Tishudo los invita a llamar al teléfono 4577-4942, escribir a info@projectsomos.org o buscar el sitio www.es.projectsomos.org).